Susana Rodríguez Lezaun, Carlos Bassas y los tonos negros
MIGUEL IZU| Corresponsal en Navarra
Como ya informamos, al término de la IV edición de Pamplona Negra se anunció que Carlos Bassas del Rey (Barcelona, 1974) cesaba como director artístico del festival y que sería sucedido por Susana Rodríguez Lezaun (Pamplona, 1967). Una pacífica sucesión acordada por ambos y debida al deseo de Carlos de no perpetuarse en el cargo más de cuatro años, propósito que también comparte su sucesora (“vengo con fecha de caducidad, una sola legislatura”).
Con tal motivo me reuní con ellos, que accedieron muy amablemente, para realizar una entrevista conjunta, en realidad una conversación distendida sobre un cuestionario que les puse delante. Toda una temeridad ya que ambos son periodistas de profesión, además de escritores, y el que esto escribe solo periodista ocasional y aficionado, por no decir un simple intruso. La reunión tuvo lugar en una cervecería situada al final de la famosa calle Estafeta, frente a la plaza de toros y a la estatua de Hemingway colocada allí desde 1968.
Estas fueron las cuestiones planteadas y el resumen de la conversación.
¿Qué querías ser de mayor? ¿Cómo acabaste siendo escritor/a?
Carlos, de niño, no quería ser nada de mayor. En la adolescencia se decidió por estudiar para ser periodista, y el periodismo es el que acabó por llevarle a la escritura. En cambio, Susana desde pequeña quería ser periodista, desde que veía los reportajes de Carmen Sarmiento en la televisión, en su época era una profesión con más prestigio que en el presente (los tres recordamos Lou Grant o Todos los hombres del presidente), y no les dio el disgusto a sus padres que sí se llevaría ella ahora con un hijo periodista. Fue también el periodismo el que le llevó a escribir.
¿Qué trauma personal o trastorno de personalidad te llevó a escribir novela negra?
Susana leyó de joven a Agatha Christie (vicio compartido por los tres), de ahí pasó a Simenon, a los clásicos americanos de novela negra y, en general, se enganchó a la literatura. La literatura es la patología que le ha llevado a ser autora negra, el ser lectora compulsiva. En cambio, Carlos llegó a la novela negra a través del cine, afición que sigue cultivando también en su trabajo, de las películas clásicas pasó a buscar quién estaba detrás de aquellas historias, Hammet, Chandler y todos los demás.
¿Qué es la novela negra? ¿Es negra toda la novela negra?
Susana cita a Empar Fernández que describe sus novelas como “gris asfalto”. La novela negra tiene muchos colores porque cada autor tiene una definición distinta. Carlos apunta que el origen histórico de la novela negra es perfectamente rastreable, pero que hoy se caracteriza, más que por sus tramas, por la mirada. Admite que lo que hoy llamamos novela negra incluye muchos géneros o subgéneros, a menudo es más novela policial, aunque haya quienes reclaman que se limite la denominación al hardboiled clásico. Susana añade que una novela negra tampoco es negra todo el tiempo.
Convenimos en que lo negro tiene muchos tonos, desde el blanco oscuro hasta todas las variedades de gris, la definición cambia con el tiempo. La frontera de lo policial y lo negro es difusa y permeable. Una componente importante, dicen ambos, es el misterio, presente en toda novela negra, aunque también en otros géneros. Luego se añaden otras cosas, denuncia social, personajes “negros”, tramas, escenarios.
En Pamplona Negra ha estado presente lo negro en sentido amplio. Carlos dice que él ha tenido como criterio, para invitar a autores que cultiven el género, haberlos leído y apreciado su calidad literaria, conocerles personalmente y haberles escuchado y comprobado sus dotes comunicativas. Susana expresa su intención de mantener el criterio de exigir calidad y buena comunicación, aunque como conoce a menos gente por ser una recién llegada necesitará asesorarse de otras personas, entre ellas Carlos, para elegir escritores a los que invitar.
¿Qué lees cuando no estás escribiendo?
Carlos picotea de todo. Mucha divulgación científica (Susana: “¿En serio?”), igual en astronomía que en matemáticas o antropología, ensayo político, social o filosófico, todo lo relacionado con Japón y los samurais (el otro género que cultiva), poesía (como fruto de alguna borrachera, precisa, no se puede leer a Dylan Thomas sin beber), y por supuesto novela negra. Pero no lee género negro si está escribiendo, para no contaminarse.
Susana hace lo mismo cuando escribe, trata de evitar el género negro. Como trabaja de correctora para una editorial, no tiene más remedio que leer de todo, hasta libros de autoayuda, pero cuando acaba de trabajar sigue leyendo, le gusta leer ensayo, literatura latinoamericana, poesía clásica (lo más moderno, Antonio Gala), sobre cine, pintura…
No sé de dónde sacan tanto tiempo.
¿Cómo llegaste a “director/a artístico/a” de Pamplona Negra?
Carlos tuvo la idea de Pamplona Negra hace ya años, habló con Reyes Calderón de impulsar algo, lo movieron pero no salió. Luego surgió el tema en una conversación con Javier Lacunza (director gerente de Baluarte, palacio de congresos y exposiciones de Pamplona), le planteó su deseo de hacer un festival de novela negra como el de otras ciudades, que conocía, le aceptaron la idea y le pusieron al frente. Él se encargó de la parte artística y, por parte de Baluarte, Vera Wrana de la producción.
Susana no se creyó la amenaza que venía haciendo Carlos de dejar la dirección (“pero cómo vas dejarlo, si es tuyo”, “no, no es mío, es de Pamplona”), y cuando hace pocos meses le invitó a un café (“una emboscada”) pensó que era solo para hablar de la mesa redonda en la que participaba este año en Pamplona Negra. Pero al final le soltó la pregunta de si quería sucederle. Y no pudo decir que no. Carlos propuso su nombre y fue aceptado; dice que si nadie hubiera querido sucederle (nadie le había llamado para interesarse por el puesto), se hubiera ido de todos modos (Susana: “nunca le he preguntado qué número de opción fui”, Carlos: “la número uno seria”).
¿Cómo explicarías a un extraterrestre que acaba de llegar a la Tierra qué es Pamplona Negra?
Carlos (“¿qué idioma habla?”, “son seres superiores, hablan todos”) le diría que es un pequeño festival (Susana: “¡No tan pequeño!”) sobre novela y cine negros, pero también, desde el principio, sobre todos los aspectos periféricos del mundo criminal. La diferencia con otros festivales es que se dirige a un público heterogéneo, no solo a los lectores del género. Susana añade que El crimen a escena es algo único, distintivo, lo más propio de Pamplona Negra, que piensa conservar, lo que le da peso específico a su componente de espectáculo y entretenimiento y atrae a gente no necesariamente aficionada el género, sino que le gusta lo negro de otra manera, a través del cine o las series. Carlos no quería una reunión de escritores, que se lo pasen muy bien, pero sin público.
Carlos explica que hay otros festivales dedicados a los lectores de novela negra, otros a los escritores, pero que no llegan al público en general, que era su propósito. Susana preguntó a Carlos si el primer año esperaba la respuesta del público que tuvo, y el contó que no, que pasó mucho miedo con la primera conferencia (“mi momento más terrible”), vigilando desde detrás del escenario, sin saber si iba a haber más de diez personas en una sala de cuatrocientas, le daba cierto vértigo, pero de pronto para escuchar a Eugenio Fuentes se presentaron ciento y pico personas, y en la hora siguiente, con El crimen a escena, la sala estaba casi llena. Él se hubiera conformado con reunir cincuenta personas para hablar de libros (Carlos, “lo de este año ha sido tremendo”, Susana, “pues ya verás el año que viene”). Luego el público ha ido creciendo hasta sumar los 5.000 espectadores de este año, que es una cifra real porque se cuentan los asistentes (“de verdad, con máquina”).
¿Cuáles son las claves del éxito de Pamplona Negra?
Según Carlos, parte del éxito viene de no ser solo un festival de cine y novela negros, sino también de esa periferia criminal donde los profesionales muestran su trabajo al público, eso atrae a no lectores. A eso se añaden cuatro o cinco conferencias puramente literarias que se benefician del tirón de El crimen a escena. Susana dice que gracias a ello el público ha podido descubrir a grandes autores que no son famosos (“grandes descubrimientos, porque han venido aquí”), que Pamplona Negra no presenta obras, pero sí autores. Carlos ratifica que desde el principio se planteó no ser un festival de presentación de libros, hay autores que vienen con novedades, pero otros no, y no trabaja con las editoriales, como hacen otras semanas negras, sino con los autores (“y no nos ha ido mal”). Precisamente por ello desde el principio a los ponentes se les paga. Cuenta Carlos que contó su intención de pagar en una edición de Getafe Negro, ante otros escritores, y provocó caras de estupor (“pero si van a promocionar sus obras…”). Él está acostumbrado a que en la Universidad, o en otras instituciones, se pague cuando se encarga impartir una conferencia. De no pagar, el riesgo es convertirse en una feria de promoción y que sean las editoriales las que impongan el programa. Si pagas, puedes elegir y exigir, tanto el contenido de la charla como su nivel de calidad. Susana dice que es básico reconocer el trabajo de preparación que hay detrás de los treinta o cuarenta minutos de charla o mesa redonda.
¿Qué habría que mejorar o añadir en Pamplona Negra?
Carlos (“si respondo, la voy a condicionar…”) se queda con la espinita clavada de implicar más a los centros docentes en la difusión de la lectura, llevar la literatura a las aulas. Resulta complicado entenderse con ellos (Susana: “Parece increíble, deberían estar encantados”), a menudo no hay más remedio que saltarse la cadena de mando y hablar directamente con los profesores de literatura que tengan interés. Le gustaría que hubiera una Pamplona Negra por las mañanas desarrollada en los centros educativos, a fomentar la lectura y escritura, su modelo es Sergio Vera, en Cuenca, que ha trabajado mucho en el ámbito educativo.
Susana está de acuerdo en potenciar esa colaboración con los centros docentes, y también le gustaría impulsar la comunicación directa entre los escritores y los lectores, porque la firma de ejemplares después de sus conferencias se hace apresuradamente, le gustaría que hubiera un espacio adecuado para potenciar ese contacto. Carlos también echa de menos más interacción con el público, ha intentado potenciarlo, cuando es posible se ha sugerido a los ponentes que en la medida de lo posible lo hicieran participar. A veces el lector no quiere una firma, quiere hablar con el escritor (Susana: “Un Café con… o Vino con…”).
¿Cómo ves Pamplona Negra dentro de cuatro años?
Susana bromea: “Con otro director…”. A Carlos le gustaría verla asentada, con una asistencia de público alta, pero que no crezca excesivamente sino que se mantenga en los límites actuales. En ese sentido, buscar actos atractivos para el sábado, que no funciona igual y suele tener menos asistencia que los días entre semana. Susana está de acuerdo, cree que no hay que venirse arriba e intentar convertirse en otra cosa más grande.
¿Hay muchos, pocos, suficientes, festivales de novela negra en España?
Carlos (“me voy a crear enemigos…”) cree que hay pocos festivales y muchos encuentros de escritores de fin de semana. Se refiere como encuentros a los que se celebran normalmente en localidades pequeñas, con un público limitado, y como festivales a los que tienen otra dimensión mayor, como en Francia, distingue entre los “grandes”, Gijón, Getafe, Barcelona, Valencia, Aragón, y los “medianos”, como Pamplona, Granada, Tenerife y Cuenca, al que califica de rara avis. Lo de Cataluña es un fenómeno, hay muchísimos encuentros, sobre todo por la novela en catalán. Cree que en los próximos años habrá más festivales en ciudades grandes y menos encuentros de fin de semana (Susana, “si hubiera en Bilbao, no habría en Plentzia”), aunque cree que muchos nunca serán suficientes (“como dice Lorenzo Silva, nunca nos quejamos de que haya demasiados campos de fútbol”), que todos son interesantes aunque necesitan buscar un carácter propio que los diferencie, que no sean todos iguales. A riesgo de quedar mal con alguien, cita como sus festivales favoritos los de Barcelona, Valencia, Granada y Cuenca.
Susana dice que es complicado que surjan más encuentros en localidades pequeñas, tienen su función pero nunca se sabe cómo puede responder el público. Piensa que muchos no llegan lo suficiente a quienes no sean ya lectores.
Carlos plantea la idea de tratar de captar público de las provincias limítrofes para Pamplona Negra, gente de Donostia-San Sebastián, Vitoria-Gasteiz o Logroño donde no hay este tipo de acontecimientos, para lo que habría que ofrecer facilidades de aparcamiento o alojamiento. Susana está de acuerdo, hay mucho público potencial.
¿Qué te gustaría que te preguntaran en las entrevistas pero no hay manera de que lo hagan?
Tras largo silencio, Carlos bromea: “¿Es cierto que los festivales negros son como Sodoma y Gomorra?”. No (“desgraciadamente no”), no hay tanto alcohol y lujuria como se rumorea. Más en serio, sobre con qué se queda de su experiencia como director artístico de Pamplona Negra, dice que determinadas personas que ha conocido. Susana le pregunta si hay autores a los que le hubiera gustado traer pero no pudo, y Carlos dice que siempre hay limitaciones para fichar ponentes, pero que él se queda con la calidad antes que con la cantidad, prefiere haber traído menos autores y tener una buena respuesta de público, que presentar a muchos autores que hablen ante pocas personas en una sala casi vacía, como a veces sucede en otros festivales.
La pregunta impertinente que la gente no se atreve a hacerles es, según Carlos, si los dos están liados. Susana, tras ataque de risa, dice que no, y Carlos que, como no paran en casa, los que se han liado entre sí son sus cónyuges. Tendré que vigilarles…
Texto © Miguel Izu- Todos los derechos reservados
Publicación © Solo Novela Negra- Todos los derechos reservados
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