Lluvia rusa escarlata- Relato
La escritora Marisa Arias nos propone un relato de mafia rusa y lluvia escarlata
Lluvia rusa escarlata
El gélido invierno era notable y llovía con cierta intensidad. El blanco suelo de mármol del porche de la nueva casa de Sergei, empezó lentamente a parecer un espejo teñido de rojo contradicción. Vivir en un impresionante apartamento, en el mismo centro del moderno Kazán durante un tiempo, fue un sueño hecho realidad y mereció la pena. Ninguna жена le esperaba pero, él era feliz igualmente solo.
Aunque se dice, que un solo instante, es suficiente para cambiarlo todo. Y la lluvia puede cambiarlo todo…
Desde hace días, Sergei sospechaba de algunos tipos que veía merodear por su calle y seguirle sin reparo a ciertos momentos.
-¡Malditos mafiosos rusos! Exclamaba muchas veces en voz alta desde su amplia ventana que daba al Volga.
Sergei llegó a La República Rusa para enfrentarse con los candidatos al título de ‘Mejor Jugador de Póker del Mundo’ y el hecho de sentirse vigilado, no lo descartaba. En verdad, se sentía desde tiempo amenazado. Eliminar de la mesa a los favoritos del lugar, entre ellos, un cierto conocido prestamista y un peligroso contrabandista, podía acarrear alguna que otra sorpresa. Sergei consideraba esa posibilidad, mientras, optaba a ser un as y estar entre los cinco mejores puestos. Su nivel de vida tenía que ser ostentoso y tuvo que recurrir, durante ciertos días de su relajada estancia de eliminatorias, a ciertas ‘amistades ilegales’ que le ayudaron a crear su imagen rápidamente. Iba a los mejores gimnasios, fiestas o recepciones de la ciudad y se compraba lo último para impresionar.
De repente, en ese instante, todo se le desmoronó en su cabeza cual castillo de naipes.
Esa mañana regresaba muy temprano de la gran final. Sintió como le ardía el pecho por una bala que le atravesaba de forma indescriptible. Sergei se topó con un rápido disparo desde el otro lado de la calle. Alguien le llamó por su reciente apodo de jugador en esta ciudad, ¡’Narci’! (forma acortada de narcisista) mientras introducía la llave en la puerta de su casa a plena luz del día. Su curiosidad y tal vez su propio ego, le hizo volver la vista a la voz del extraño y pronunciar sin apenas aliento:
-¡Al infierno Kazán!
En ese preciso instante, por la cabeza de Sergei pasaron de forma incontrolable y sin orden, significativas escenas como flashbacks.
Un momento inolvidable saboreando el exquisito oro negro bien llamado, caviar. El ‘momento volcán’ de una noche de pasión descontrolada con una bella prostituta cubana en un oscuro reservado de un lugar de copas…. Pero no fue ninguna de esas imágenes la que inundó su último aliento. La determinante escena en vida que se fijó en su memoria, venía por los colores rojo y negro de su última jugada. La carta definitiva que le dio la ansiada victoria hacía tan solo unas horas en una calculada jugada. Sergei venía de celebrar su reciente título al ‘Mejor Jugador del Mundo’ conseguido hace a penas unas horas, en el casino Korston.
Sergei era tan odiado como amado. Su habilidad en el juego era reconocida y temida. Su inteligencia a la hora de estudiar a los participantes o sus jugadas en este tipo de premios, era su fuerte. Él se crecía ante momentos de fuerte presión y nunca se dejaba comprar.
Tampoco su mejor cualidad era precisamente pedir perdón o pagar lo que debía.
A veces el estar enamorado tanto de sí mismo o aparentarlo, puede tener ese revés.
Un asesino de la mafia rusa vive para matar y no sabe de códigos, solo de números y fechas.
Un buen jugador de cartas vive para ganar, donde la psicología y la capacidad matemática, ganan.
La venganza no se busca, sencillamente se encuentra como la lluvia.
Texto: © Marisa Arias, 2018.
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