Festival de Bossost por Gustavo Abrevaya

 

Bossost es tan bello que distrae. Cuando uno cruza el Pirineo y se asoma por primera vez al pueblo, asiste con la boca abierta a una escena donde sólo faltan Heidi, el perro Niebla y el abuelo: un caserío, bueno, no es un caserío, es bastante más, pero no demasiado más, un pueblito primoroso, diría, el río Garona, que lo cruza todo y sigue hacia Francia, y las montañas con algunos picos nevados, que anuncian un festival diferente, marcado por esa belleza que deberá alojar crímenes violentos, tráfico de órganos, traiciones, balaceras, corruptos infames y toda clase de muertos. Y, por supuesto, todo vigilado desde las espesuras de las cumbres por Goiat, el oso más famoso.

Paradoja feliz: el BMB se ocupa de lo oscuro en un espacio desbordante de luz. Y esa es la marca. Su comisario, el gentil, infatigable, generoso, brillante, ingenioso, sensible José Luis Muñoz, y su imprescindible asistente, motor y corazón del festival, Lluna Vicens, esa mujer incombustible, no sólo no pierden el humor y el respetuoso trato, sino que hacen funcionar esa maquinaria sin desmayos (los argentinos no estamos acostumbrados a esos honores, hay que subrayarlo, y por añadidura digo que hace mucho que no me paso cinco días así, a las carcajadas, como en una estudiantina)

Dos detalles:

  • José Luis Muñoz yendo y viniendo en su auto de Bossost a Vielha, donde se vieron las películas sobre Jim Thompson, trayendo y llevando gente, algo impresionante: ¿No se podrían hacer esas secciones cinematográficas en Bossost mismo y aligerarle el trabajo? Habrán razones más significativas para no hacerlo, pero no deja de conmover ese entusiasmo militante del comisario, que de policía no tiene nada.-
  • Lluna Vicens: esta mujer no dejó caer ningún detalle. Gestos como llamarte para avisarte que tu taxi está en camino, y más, conseguirte ese taxi, te dejan con la boca abierta tanto como la belleza del Pirineo. Caminando con Juan Madrid y con ella, reflexioné en voz alta que en mi opinión para el cierre debía hacerse un homenaje a su tarea, que me parecía remarcable. Yo la había visto cuidar de cada asunto, por mínimo que fuera, con un afán y un profesionalismo, y un costo emocional, también, que ameritaban un reconocimiento público. El resultado de esa reflexión fue verla con sus ojos llenos de lágrimas. Tan sensible, la morocha.  Lamento no haberme quedado en Bossost para asistir a ese homenaje que ahora te hago desde aquí, querida Lluna. Espero que el próximo año estés en tu puesto, incluso espero que aportes como escritora, que ya lo eres, solo falta que te des cuenta.

El festival es un espacio donde haces una experiencia de inmersión en un asunto de tu interés. Como poner sobre la mesa tu vida íntima de pensamientos, fantaseos, intereses. Tu ética, además. Y en esa mesa están los mismos asuntos de otros colegas. Donde aprendes, recorres un camino por senderos desconocidos que te aportan miradas, datos, información, lo que mejorará tus proyectos. Y donde uno esperaría que eso haya sido recíproco, que alguien haya recibido de tu presencia alguna idea, una noción por mínima que fuera que le haya dejado un saldo favorable. Uno conoce autores, sabe de sus alegrías y sus obsesiones, y por su propia boca se entera de qué esta pensando y de lo que pensaba cuando escribía ese libro que te estás llevando a casa, corriendo el riesgo de pagar sobrepeso en el avión, porque, digámoslo, cómo pesan los libros. Y tienes encuentros formidables, gente de un vuelo inaudito, tipos que están ahí, cenando contigo y bebiendo vino como marineros y de la misma botella, conversando de libros o de fútbol o bromeando. O desayunando con Paco Gómez Escribano que hasta ayer era un amigo de Facebook y acaba de volverse un confidente con el que hablas de asuntos personales a partir de experiencias comparables. Un tipo que hace un universo de su barrio me interesa mucho, sobre todo cuando vienes de una experiencia donde, justamente, el barrio (ese escenario permanente)  te ha marcado la vida.

Recuerdo muchos abrazos, también, esa calidez que no faltó nunca. Sí, las cenas eran un momento de convivencia que se volvía una pequeña fiesta cotidiana.

Algunos amigos nuevos

Varios autores pasaron por el BMB. Conocer a algunos de ellos fue un saldo favorable, una suerte de amigos instantáneos, gente maravillosa, de talento y conciencia social, la gente que me interesa.

Mari Carmen Sinti, una mina brillante, de gran sentido del humor, ella fue la muy respetuosa moderadora de una mesa donde estuvimos los latinoamericanos discutiendo sobre Sangre Latina. Conocí a su inseparable compañero, Pep, qué rockero, chaqueta de cuero, cabello largo, ¡y canoso, como corresponde!, porque los rockeros ya estamos grandes, aunque siempre seamos un poco más jóvenes que Keith Richards. Debo decir que eché en falta una Gibson Les Paul, pero es un detalle menor para este erudito en el tema, con el que me entendí a la perfección de entrada, porque amo el rock tanto como a la novela negra. Y después de todo sólo con la mención de Led Zeppelin ya daba para conversar durante varios BMB.

Pere Cardona García habló en un debate: ESPÍAS: DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL A LA GUERRA FRÍA con Ramón Valls, José Luis Caballero y Fernando Martínez Laínez. Esa charla tuvo un sesgo novedoso, muy atractivo, surrealista, hemos oído hablar de espías ridículos, patéticos, huyendo del enemigo en una moto robada y con un kayak encima (?) pero jamás del glamour de James Bond, y a la salida terminamos con Pere tomando café y charlando sobre la Shoa, tema en el que se mostró muy entendido y sobre lo que quedamos en volver a hablar; él conocía un curioso episodio del Berlín de los 30´, donde estuvo involucrada mi suegra, una niña entonces, rubia, de ojos verdes, que fue tomada como el modelo de niña aria, siendo judía, y que fue fotografiada y publicada en primera plana de una revista de la época. Una experiencia que, para mi sorpresa, Pere conocía  y de la que me contó que fue Goebbels el que estaba detrás del asunto. Dicho esto, quiso saber el nombre de mi suegra y durante un vertiginoso momento pensamos que la conocía. Me mostró una foto de aquella niña, quise creer que era ella, pero no era. Igual fue asombroso hablar en aquel lugar con un tipo del que dos horas antes no sabía de su existencia, sobre mi suegra, en aquellos  tiempos oscuros, cuando era una niña y aún no habían  huido del nazismo. Así que de golpe estaba ahí, en el café, y me sentía en un grado de intimidad extraño y gratificante. Gracias Pere.

José María García Sanchez. Un abogado que se interesa por el tráfico de personas, de órganos, no es un abogado común. José María fue un amigo instantáneo, al que traté durante tres días y que quedó para siempre. Traje dos libros de su autoría, Makoko y Tráfico, y también los comentaré a la brevedad. Otro tesoro que uno se lleva, no solo el libro, que te puedes bajar de internet, sino la amistad de alguien que vale la pena y que es un asunto que solo está donde está la gente.

 

Las pelis:

Vimos mucho cine, cada día una película, todas basadas en novelas de Jim Thompson que, en algunos casos, además las guionó, con notables directores:

  • Stanley Kubrick: Un atraco perfecto. Aquí el joven Stanley (¡28 años!) insinúa las razones por las que sería uno de los más importantes directores de cine de la Historia. Una pieza de relojería, una trama donde todo tiene un sentido y donde no se detectan partes flojas. Un Kubrick cabal, puntilloso, obsesivo, y de gran vuelo, ya con todos los ingredientes ahí, a la vista, que explotarían con su enorme 2001 Odisea del espacio, una de las mejores películas de Ciencia Ficción, junto con Blade Runner, Alien, Solaris. Tan buenas las tres que rompieron con el género, una carácterística del arte cuando está logrado, algo que le cabe a varias producciones de novela negra, que se denominan así por un afán clasificatorio, pero que son literatura a secas.
  • Sam Peckinpah: nació para filmar a Thompson, lo que se nota desde el comienzo. El tipo narra sin esfuerzos, gozoso, se lo ve, en su habitual encuadre de violencia inteligente y con esa mirada sin esquematismos sobre sus personajes, y un humor festivo que atraviesa el film, junto a Steve McQueen, otro que calza el mismo número de zapatos del escritor, en The getaway, con balazos que derrumban ascensores y un desfachatado abuso de efectos y desaforada  potencia de armas de fuego en un final que es un aquelarre de tiros con escopetas como cañones y pistolas tremebundas. Un festín aparte fue descubrir en Peckinpah el ADN de Quentin Tarantino. Se lo ve en personajes que son verdaderas caricaturas, como esos matones de sombrero Stetson que van en un descapotable y pese a parecer temibles terminan cosidos por las infalibles balas del héroe, y de su chica, y también aparece en algunos diálogos delirantes.¿Están casados? le pregunta un camionero a la pareja que llega esquivando balas y ante la confirmación se queda tranquilo y huye con ellos a México.
  • Stephen Frears: Los timadores, basada en The grifters, con dos enormes actores, Anjélica Huston y John Cusack, madre e hijo, estafas, incesto, traición, un escenario que llega a agobiar, a los que se agrega Anette Benning para armar un feroz triángulo donde la desesperación y la furia por salir del barro llevan a cruzar todos a los límites. Jim Thompson pinta a sus personajes con pluma de tinta china, jamás se pone maniqueo, y en esto se basa su magia, esos personajes conviven con nosotros, los tienes a la vuelta de la esquina, solo debes buscarlos. Me recuerda a Patricia Highsmith: se puede amar a un tipo jodido como John Ripley, mientras conserve un sentido del honor. Producida por Martin Scorsese, nada menos, esta peli dirigida por un inglés emblemático, a quien valoro mucho, es un homenaje al gran Jim, al género negro y al cine mismo.
  • Michael Winterbottom: The devil on me, aquí el hermanito menor de Ben Affleck, Casey, vuelve a demostrar que es un actor de fuste, exacto para ese tremendo papel: un policía asesino, que vive maniobrando y mintiendo, creando condiciones para culpabilizar a otros de sus propios crímenes. Un terrible violento que cobra un sueldo para cuidar de la gente a la que en cualquier momento puede liquidar, algo muy familiar para un argentino. Y otra vez, un director inglés narra esta historia difícil con inteligencia y pulso y aún cuando no es un especialista del noir, cumple con amplitud. Vuelvo sobre el tema: narrar una historia apoyado en la voz del asesino es un riesgo, se puede intentar, pero también se puede derrapar, por varias razones, una es que esa voz debe ser intermitente, aparecer y retirarse, crear ese suspenso de cuándo volverá y hasta donde podría llegar, porque si se mantiene en primer plano corre el riesgo de aburrir y volver intrascendente el relato.  El espectador tiende a identificarse con el personaje central y si ese personaje es un villano, queda interpelado el alto concepto que el espectador, o el lector, tiene de sí mismo. Sostener ese escenario y salir airoso es un arte que sólo algunos selectos poseen. Por supuesto, Jim Thompson está detrás y no es menor el respaldo, pero también el riesgo. La estructura de su novela bascula como la película, el asesino, el mal, tal el título de la peli, asoma y se esconde, se disimula, miente a todos pero no al espectador, siempre en la voz del personaje, que narra en primera persona, pero el mérito del director es alto, hay que tener  espaldas anchas para sacar adelante la brillantez de esos personajes jamás signados por la mediocridad conceptual, con tantos matices y tanto sufrimiento en esa “maldad”,  y los diálogos que hacen que uno como escritor sienta que daría un brazo para escribir unas pocas de esas líneas.
  • Mención aparte merecen los comentadores de cada film, Joan Salvany y Manuel Quinto, dos eruditos del cine que nos ayudaron a desasnarnos y a encuadrar cada peli como debe ser.

  

Algunas mesas:

     1)Escenarios.

José Luis Muñoz y Guillermo Orsi

Una mesa que tuve el placer de moderar. Dos autores prolíficos, talentosos, picantes,  discutieron sobre la importancia de los escenarios en sus obras y me involucraron en la reflexión. El escenario y la trama tienen un vínculo que a veces es preciso y nítido y que otras se nos escurre. El escenario  parece hablarle al autor pero un mismo escenario le dice cosas distintas a autores distintos, incluso al mismo autor en momentos diferentes. Lo bueno de charlar con colegas sobre nuestros temas es que uno se encuentra con las mismas dudas, las mismas angustias, las mismas alegrías.

      2)Sangre Latina

Un encuentro de autores latinoamericanos no iba a resultar aséptico. Una historia común nos une, donde la violencia que baja desde el Estado no puede promover una literatura serena. Con matices, se escuchó esa temática desde las experiencias personales de cada autor, el colombiano Sergio Álvarez propuso una idea interesantísima: la novela negra en Colombia es no ficción. Lo que entronca con Rodolfo Walsh, que inventa ese género en Argentina antes que Truman Capote, dicho esto con todo el respeto.  Estuvimos discutiendo estos asuntos con Guillermo Orsi y Osvaldo Reyes. En lo personal puedo decir que contar en BMB un caso de un policía que mató por la espalda a un delincuente, que fue procesado por esto y fue recibido también por el presidente de la nación, que alentó esos procedimientos, algo que sigue sucediendol en mi país, fue un deber que me impuse antes de viajar a España. Que se sepa.

Moderó José María García Sanchez (mi amigo)

 

         3)Tráficos

 

Moderó Marc Muñoz (otro hallazgo, ese pibe)

José Luis Muñoz habló de un tema que da escalofríos. Migraciones que duran años, grupos de sirios que pagan a los traficantes para que los ingresen a Europa y deben cruzar el norte de África para entrar por el sur de España, mujeres que durante estas travesías quedan embarazadas y tienen su hijos sin haber llegado a destino, deudas que jamás terminan de pagarse, la prostitución obligada al final de periplo.  El horror que no cesa y que José María García Sáchez (mi amigo, ¿ya lo dije?)  se ocupó de profundizar hablando ya no de tráfico de personas sino de órganos. Y de los mercados que se habilitan en esta época de horrible capitalismo salvaje  donde la libertad queda amordazada por la impunidad para traficar lo que sea. Quitarle la vida a un pobre para que un rico viva, el extremo de la desigualdad social, al decir del mismo José María. O la institucionalización del tráfico en países como Israel donde la  venta de órganos entre vivos está legalizada, algo que se concreta en Sudáfrica, donde se hacen las intervenciones, es decir, extraterritorialmente.  En Sudáfrica la legislación es tolerante y nadie hace preguntas incómodas. ¿Dónde quedó la memoria de Nelson Mandela?

4)Mentes Criminales:

Otra vez los latinoamericanos: Guillermo Orsi, pasional, lúcido, un tipo que admiro, Osvaldo Reyes, médico panameño que me hace sentir orgulloso de mi profesión, y quien esto escribe, un psiquiatra argentino raro y politizado. Fue fuerte meternos en una temática que desbordó por completo la cuestión psicológica que proponía el título de la mesa.  Porque el crimen ocupa mucho espacio, se presenta en cargos notables, siempre apañados por el poder. (Reyes habló de un caso que él conoció:  un médico asesino que siguió en su cargo, algo no tan increíble para un argentino en estos días en que en Buenos Aires acaba de ser detenido un médico pedófilo, perteneciente a una red de pornografía y jefe de un servicio en un importante hospital de pediatría, un maestro de pediatras y un zorro en un gallinero, el horror mismo, que siguió en su cargo aunque ya le habían secuestrado material probatorio en su propia casa).

Hablamos  también de un famoso odontólogo argentino que en una misma jornada mató a su mujer, a sus hijas y a su suegra, que durante su prisión  tenía club de fans y que Salió en libertad condicional y volvió a casarse, con la acuciante pregunta de qué tiene en la mente una mujer que se casa con un femicida múltiple, todos temas que surgieron con gran vigor. Un placer integrar esa mesa.

Moderó (como pudo) la muy querible Mari Carmen Sinti, un modelo de persona respetuosa, que trató de orientar la discusión hacia asuntos “mentales” siguiendo la consigna, pero le había tocado una mesa donde  la pasión por lo social se llevaba por delante las demás cuestiones. El crimen no es solo el del asesino. En Sudamérica convivimos con el crimen, es una presencia cotidiana que nos habla por la televisión y nos pide el voto.

 

Los notables y sus conferencias

 

Inasi Riera:

Confieso mi ignorancia, fui a escuchar  hablar de Comidas Occitanas y me encontré con la mirada fascinante  de un erudito que evocaba a Jorge Luis  Borges,  incluidos su humor vitriólico, su bastón y su infatigable esposa que no lo dejó ni a sol ni a sombra. Su conferencia fue divertida, amplísima, llena de matices y aristas, con proyección a la antropología, a la literatura , al canibalismo.  Algunos comentarios suyos sobre otras opiniones escuchadas fueron piezas para atesorar. Cito de memoria, por lo que asumo mis errores. Se hablaba de rechazar el trabajo del editor, de defender el manuscrito tal y como lo llevó el autor a la publicación. Pidió la palabra Riera y dijo: “ Estamos en un momento histórico, algo que nunca antes había ocurrido está sucediendo aquí. Estuve décadas (¿Cuántas?) trabajando en Francia (¿Dijo en Gallimard? ¿Entendí bien?), y  guardo fotocopias de todos los manuscritos que me llegaron y puedo aseguraros que ni uno solo llegó a imprenta igual que como los escribieron sus autores, porque todos, sin excepción, fueron editados” (Imagino los monstruos que escribieron esos manuscritos y aceptaron mansamente las ediciones, cometí el imperdonable error de no preguntárselo)

Un tipo así que se cabrea en público y no solo no lo oculta sino que lo dice sin eufemismos me parece sensacional y ya paga el precio del avión que tomé para ir a BMB.

 

Andreu Martín:

Otro crack. Su charla sobre la colección que lleva su nombre y que se trata de traducir al catalán novelas negras de su elección, fue un momento extraordinario, lleno de humor y de gran  inteligencia. (Ya querría yo que mis novelas fueran seleccionadas por él para esa colección. Quién sabe, nunca digas nunca). Lo brillante de Andreu se vería luego al dramatizar El corazón delator, de Edgar Alan Poe. Un momento delicioso ante un tipo con un histrionismo a la altura de su producción literaria.

 

Juan Madrid :

Conocer a este prócer fue un momento intenso, como si me hubieran presentado a Raymond Chandler, o me hubieran vendido un boleto a la luna. Un tipo que llegó, se sentó a la mesa donde la buena de Mari Carmen Sinti se esmeraba por ordenar mi participación como psiquiatra para la mesa sobre mentes criminales, y se pidió un café. Apenas escuchar dos palabras, se metió en la conversación, dio sus opiniones  y aquello fue una mini fiesta privada. El tipo llamaba  “compañero” a cada interlocutor, se paró conmigo a la hora de ir a la caja y me convidó con el café, no sin aclarar que en España así se hacen las cosas. Nos fuimos caminando hacia la Hostería Catalana y charlamos de cine, de su experiencia en la escuela de San Antonio de los Baños en Cuba, donde fue docente junto a Gabriel García Márquez, ( ¡Caramba!),  contó anécdotas sobre aquello, sobre Fernando Birri, el director de la escuela, (un argentino que conocí en Mar del Plata en el festival de cine, una leyenda él mismo). Pequeñas perlas que te quedan en el corazón. Madrid se llevó dos novelas mías, prometió que las leería, pero si no lo hace, con la sola experiencia de haber tomado un café juntos y haber escuchado algunas de sus opiniones y sus anécdotas ya me conformo. En su conferencia habló de Las cloacas del Estado, y lo que hizo fue voltear mitos, como el de 21S, esas torres fueron destruidas, sí, pero su opinión  (subrayaba la información de que disponía y que sustentaba esa idea) es que eso fue una operación de la CIA.

Guillermo Orsi:

                Recibió el premio a la trayectoria. Este tipo sencillo, que rehuye a las lisonjas, este autor sediento que jamás deja de escribir, sensible, militante, noble y gran amigo, se encontró con la sorpresa de este premio, tan merecido. Y si digo que es uno de los notables se debe a que es uno de esos escritores diferentes, alguien que no se pone en mono sabio, un camarada que lee con respeto a sus colegas, que cuida de ellos, que trabaja pensando en que el autor merece un trato mejor, un tipo que nunca te traiciona. Mi honor fue ser el otro argentino y estar cerca de él durante todo el festival. Otro saldo favorable y una bonificación: no tenemos que viajar a España para encontrarnos a tomar un café y hablar de libros y de política.

Salud Guillermo, no te mueras nunca.

 

Artículo: © Gustavo Abrevaya, 2019.

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