Concurso Homenaje a los clásicos, La promesa por Osvaldo Reyes

Extracto del relato presentado por Osvaldo Reyes para el Concurso Homenaje a los clásicos

La promesa

 

Hace mucho tiempo me alejé de la compañía de la muerte, pero, como con toda amante despechada, debí saber que regresaría cuando menos lo esperara. En mi caso lo hizo disfrazándose de la única persona a la que no podría negarle un favor.

      ―Sabe que ya no hago ese tipo de trabajos, don Chicho ―alegué, sin mirarlo a los ojos. Como si evitar el contacto visual me pudiera proteger de la responsabilidad moral que tenía con ese hombre.

       El aludido no respondió. Esperó a que terminara de revolver mi café y me dignara de prestarle atención. No se veía molesto o resignado. Su expresión era una más cercana a la decepción condescendiente. Ambos sabíamos que aceptaría al final, así que me estaba dejando que lo hiciera a mi manera, sin permitirme tener la ilusión de que tuviera elección.

      ―Mataron a Leonor ―dijo cuando tomé el primer sorbo. El amargo líquido entró por mi garganta aun humeando, pero fue como tocar un cubo de hielo con la punta de una cerilla. La mera mención de la chica lograba acelerar mi pulso de una forma que alzar mi fiel Walther P38 en contra de un blanco no conseguía. Unir ese nombre con un verbo que era propio de mi profesión, fue como recibir un puñetazo directo en el estómago.

       Casi escupí el contenido al escuchar su declaración. Me obligué a tomarme todo el café que tenía en la boca antes de hablar. Alguna parte de mi cerebro quería pensar que había oído mal, aunque en el fondo sabía que eso era poco probable.

      ―¿Leonor? ¿Asesinada?

       Don Chicho asintió una vez. Se acomodó en su asiento, las manos en las rodillas. Su traje de franela, de un color gris claro, tan pulcro como siempre. El sombrero que hacía juego reposaba sobre la barra, al lado de su plato con dos carimañolas y un pedazo de queso blanco que permanecía sin tocar. Si lo conocía, no lo haría hasta cerrar el negocio.

      ―Sí, muchacho. Hace dos noches. Fue a una fiesta en el Hotel El Panamá. No regresó. Encontraron su cuerpo al día siguiente entre unos matorrales a unos metros del lugar. Su ropa no aparece.

       No tuvo que decir más. Me pude imaginar que pasó y como terminó la noche de mi querida Leonor. Sentí la furia bullir en mi interior como hacía meses que no lo sentía. Debió reflejarse en mi rostro, porque el viejo se dio el permiso de exhibir una tenue sonrisa de satisfacción.

      ―Alguien quiso darme una lección, Lucho. Estoy seguro. Quiero que encuentres a los responsables. A todos.

 

(Continuará)

 

©Concurso Homenaje a los Clásicos: Osvaldo Reyes para Solo Novela Negra, 2021.

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