Neo-polar, una vuelta más de tuerca por Ana Arroyo
En 1945 la editorial Gallimard lanzó su famosa Serie Noire de novela negra (conocida popularmente como “polar”, abreviatura de policier) e introdujo el género negro americano en Francia. Eso inició a toda una generación de autores franceses que empezaron también a escribir novela negra, pero hoy no vengo a hablar de polar, género que casi todos conoceréis, sino de neo-polar.
Los cambios culturales que se sucedieron tras la llamada Revolución del 68 en Francia, en lo literario y dentro del género polar, fueron insignificantes, de tal manera que se seguían aplicando los modelos norteamericanos y los pocos cambios eran intentos de estilizar la violencia del género al gusto del mercado.
El polar necesitaba una vuelta más de tuerca para acabar con estos clichés, y crear un estilo propio cargado de intención política y crítica social, con lo que en los años 70 y de la mano de Jean-Patrick Manchette, junto con otros escritores surgió el neo-polar, una novela negra con gran preocupación social e ideológica, cuya mayoría de los autores militaban en la izquierda.
La ambientación del neo-polar es a menudo violenta y macabra: denuncia la sociedad contemporánea, los escándalos políticos, le agrada el mundo de los marginales y de los excluidos. Su ambientación predilecta son zonas urbanas, en especial el ambiente sombrío de los suburbios. En las novelas neo-polar no hay necesariamente una investigación, pero la muerte está muy presente, obra de psicópatas y de asesinos en serie escalofriantes.
Las intenciones de Manchette se hacen más claras con la publicación en 1972 de su obra más reconocida: “Nada”. En esta novela Manchette destroza los clichés policiacos por la vía del exceso. Lo más sorprendente del desenlace no es la matanza final, casi inevitable, sino una ultra violencia descrita con tal detalle que resulta difícil pensar que no está teñida de humor negro. Por lo demás, también da un nuevo giro al sentido político de la novela negra: la necesidad de subvertir el orden capitalista ya está suficientemente clara y los ataques se centran en una izquierda incapaz de realizar esta tarea.
En su novela cuenta la historia de un pequeño grupo terrorista de revolucionarios fracasados que con la ayuda de algún intelectual resentido secuestran al embajador de Estados Unidos en Francia con la intención de propinar un golpe mortal al capitalismo. Observamos cómo se valoran los nuevos puntales de este modelo: Un Estado como telón de fondo que representa el poder capitalista, de una brutalidad constante que ejerce a través de su brazo armado que es la policía. Una izquierda institucional, desactivada incapaz de subvertir el orden establecido. Una escisión armada de esa izquierda, desvinculada de cualquier red social y que solo puede actuar ciegamente.
Los motivos y la reflexión de los personajes no cuentan, el argumento se desarrolla a partir de un conflicto inicial que tiene un desenlace violento y que hay que describir minuciosamente. De una manera simple se podría decir que el neo-polar, según los conceptos de Manchette, es el polar politizado y ultraviolento.
Otros escritores que se sumaron a esta nueva vertiente del polar fueron Pierre Siniac, Francis Ryck, Didier Daenickx o Fréderic H. Fajardie.
¿Recomendaciones? “La feria del crimen”, un libro imprescindible para todos los que somos amantes del género negro. Reúne 18 relatos de autores franceses, escritos entre 1980 y 2006, que dan cuenta de cómo ha evolucionado desde la aparición del polar a la consagración del neo-polar.
©Artículo: Ana Arroyo, 2019.
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