Concurso Homenaje a los clásicos, Una cliente muy especial por José Martínez Moreno
Extracto del relato presentado por José Martínez Moreno para el Concurso Homenaje a los clásicos
Un cliente muy especial
Pasaban las diez de la noche cuando llegué a la dirección indicada. Me sorprendió comprobar que se trataba de una casa de dimensiones enormes y pensé que encajaba como un guante con la definición de «mansión». Me abrió la puerta una mujer que se presentó como Eva Swanson. La misma con la que había hablado por teléfono desde mi oficina y me había citado allí a esas horas, y la persona que, si todo salía bien, se iba a convertir en mi futura cliente.
Fumaba un cigarrillo que sujetaba entre sus dedos con mucha clase, con una pose que me dio la impresión de ser estudiada. Llevaba puesta una ceñida bata de seda azul que remarcaba su bonita figura. Y sospeché que nada más.
Cuidado, me dijo el instinto. Cállate, le dije yo mientras la sometía a escrutinio: treinta y pocos años, aire misterioso y seductor, melena dorada peinada al estilo Verónica Lake, tan de moda estos días. En mi opinión, aunque no hubiera tenido un solo pelo en la cabeza, habría resultado de cualquier manera hermosa.
—Tiene usted cierto parecido con Bogart, ¿lo sabía? —comentó tras las presentaciones.
—Tal vez —respondí yo, que no quise confesarle que estaba harto de que la gente me comentara lo mucho que nos parecíamos.
Me dedicó una sonrisa enigmática tras examinarme de arriba a abajo y me invitó a entrar. Su voz sonaba cálida y sensual. Difícil no hacerle caso. De modo que me quité el sombrero y pasé al interior. Me llevó a través de un amplio pasillo con las paredes adornadas con trofeos de caza hasta lo que debía de ser la biblioteca de la casa, una enorme estancia atestada de libros con una lujosa mesa de billar en el centro. Había una chimenea encendida en un rincón y frente a ella dos elegantes sillones de cuero negro sobre una gruesa alfombra del mismo color. Calculé que solo aquella alfombra debía de valer más que mi viejo Buick.
Eva Swanson me invitó a sentarme, aunque antes, ejerció su papel de anfitriona a la perfección.
—¿Le apetece una copa de vino? —preguntó mientras señalaba un mueble bar muy bien surtido.
—Preferiría whisky.
—A mi marido le encantaba el whisky. Yo los detestaba a ambos, a él y a ese brebaje que para mi gusto sabe a rayos. Por eso, en cuanto murió tiré a la basura todas las botellas que tenía.
(Continuará)
©Concurso Homenaje a los Clásicos: José Martínez Moreno para Solo Novela Negra, 2021.
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