Presentación de Bajo la piel de Susana Rodríguez Lezaun por Miguel Izu

El jueves 18 de febrero se ha presentado Bajo la piel, quinta novela de Susana Rodríguez Lezaun (Pamplona, 1967), autora abonada al noir y al thriller, directora del festival Pamplona Negra que este año, por razones pandémicas, ha retrasado su cita habitual del mes de enero hasta mayo. La presentación tuvo lugar en el salón principal del Nuevo Casino Principal de Pamplona, un lugar nada extraño para presentar libros pero que ha multiplicado su uso en tales menesteres desde que resulta impracticable hacerlo en las librerías, espacio natural para estos actos. La autora estuvo acompañada por la también escritora pamplonesa Laura Pérez de Larraya. Las dos, igual que el público que llenó el local hasta el máximo aforo que permite el coronavirus, vistieron las preceptivas mascarillas y guardaron la distancia interpersonal obligada. En los comentarios de todos los asistentes se reprodujeron los lamentos por las circunstancias y el anhelo general de que pronto estos eventos puedan celebrarse a cara descubierta, con besos, abrazos, achuchones y sean seguidos por unas cañas con las agravantes de nocturnidad y en cuadrilla sin la amenaza de ningún toque de queda.

Susana confesó tener cierto vértigo al someter esta nueva obra a tantos lectores como le siguen, que son quienes hacen el juicio definitivo y el que vale sobre lo que escribe. Agradeció mucho las reseñas y comentarios favorables que ha recibido y destacó, en particular, el de Rosa Montero, a la que sigue hace mucho tiempo y que para ella es «La Literatura», y cuya llamada para decirle que le había gustado Bajo la piel le emocionó.

Tanto Laura como Susana destacaron la portada, que les gusta mucho, y Susana dijo que su única intervención fue sugerir que la figura femenina no apareciera de espaldas y alejándose, como estaba en la primera versión, sino de cara y acercándose, que va más con el carácter echado para adelante de la protagonista. Su apellido, Pieldelobo, es raro, según el INE hay menos de 50 personas con él, pero Susana contó que fue más habitual en el pasado, identificaba a los curtidores que trabajan con la piel de ese animal. Le gustó por su sonoridad, que suele ser el criterio con que escoge los nombres de sus personajes, y porque acompañaba bien a Marcela.

Marcela Pieldelobo es policía, pero una policía bastante especial, ya que tiene por costumbre saltarse las leyes cuando cree que le molestan. Susana explicó que su protagonista, simplemente, cuando se encuentra con una puerta cerrada, no se pregunta por qué está cerrada, sino cómo pasar. Esa es su lógica. Si tras la puerta hay algo que ella necesita para su investigación, entra, no le preocupa cometer una ilegalidad si piensa que no perjudica a nadie. Aunque, a menudo, la perjudicada sea ella misma. Preguntada si ella también es así, Susana dijo que no, no suele cometer ilegalidades, ni es tan peligrosa, ni nada violenta, aunque a veces también prefiere seguir adelante sin preguntar si puede hacerlo, por si acaso le dicen que no. Y, como a Marcela, también le gusta hacer las cosas por su cuenta, sin que le ayuden dando por supuesto que no es capaz de hacerlas sola.

También comentaron que Marcela tiene algunos rasgos que suelen disculparse más si en una novela aparecen atribuidos a un protagonista masculino, la indisciplina, la violencia o los problemas con el alcohol, pero que chocan en una mujer. Susana se rebela contra ello y con que se trate de identificar rasgos típicamente masculinos o típicamente femeninos. Pero ya tiene callo por haberse introducido en un ámbito antes predominantemente masculino, como la novela negra o, todavía peor, la dirección de un festival negro, donde hasta ahora apenas ha habido mujeres.

Reconoce que su protagonista comparte algún rasgo con ella, como el vicio de leer a los clásicos, a lo que Susana ha dedicado mucho tiempo desde joven, o la música rock. Pero no otras cosas, como que a Marcela le guste más un pueblo pequeño como Zugarramurdi, donde tiene una casa y su único amigo (un chico con una discapacidad intelectual), probablemente porque le recuerda más a su infancia en Biescas.

En Bajo la piel hay alguna mención y un breve cameo del inspector David Vázquez, protagonista de su anterior trilogía (Sin retorno, Deudas del frío y Te veré esta noche) que ahora va a convertirse en serie de televisión. Susana explicó que está encantada con ello y a disposición de la productora, pero que no tiene intención de intervenir de ninguna manera porque ella ni es guionista ni sabe hacer series de televisión, y cada uno se tiene que dedicar a lo que sabe. Una serie es algo completamente distinto de una novela.

Después de su anterior libro, Una bala con mi nombre, que se desarrollaba en Boston, ha vuelto a situar la acción en Pamplona y sus alrededores, que es lo que mejor conoce. Reivindica que la novela negra no tiene porqué desarrollarse en grandes ciudades, a veces los lugares pequeños también concentran las pasiones y odios necesarios para desembocar en un crimen. Pamplona es un lugar tan bueno como otro cualquiera para sus historias, una ciudad aparentemente tranquila, donde se vive bien y prima un carácter bastante tradicional. Un lugar frío y lluvioso donde las relaciones personales son más estrechas que en los lugares donde el clima permite que la gente haga más vida en la calle. Laura le preguntó como se había atrevido a meterse con el Opus Dei, y Susana negó que ataque a la institución. Dijo que es una organización muy presente en Navarra y con mucha influencia, y que se ha limitado a reflejar ese hecho; que en todo colectivo numeroso hay garbanzos negros, y en este caso algunos personajes concretos de su novela, de familias que pertenecen al Opus Dei, han salido malvados y son con los que choca Marcela Pieldelobo.

Susana, que confiesa que durante varios meses, a consecuencia del confinamiento por la covid-19, fue incapaz de escribir nada, dice que no tiene la menor intención de escribir sobre la pandemia ni hacerla aparecer en sus novelas. Quiere olvidar esta época, que pase cuanto antes, resulta demasiado dolorosa, quiere borrarla de la realidad y de la ficción. Por otro lado, dice que este libro es el más personal, después de varias novelas ha encontrado su estilo y se ha encontrado consigo misma como escritora, se siente más libre y piensa seguir en la misma línea.

Laura acabó la presentación planteando a Susana una serie de opciones entre las que tenía que elegir:

            ⸺Cuervo o rálido de Aldabra (dos aves que aparecen mencionadas en la novela): le gusta el rálido, único animal extinguido que se sabe que ha vuelto a la vida, pero prefiere el cuervo.

            ⸺Cerveza o Jägermeister (bebidas a las que da Marcela con bastante habitualidad): la cerveza, que identifica con quedar con gente para hablar y reír, aunque el Jäger le gusta para una buena juerga.

            ⸺Miguel o Damen (dos personajes de la novela, uno compañero y otro amante de Marcela): Damen, por supuesto, es más guapo.

            ⸺Marcela Pieldelobo o David Vázquez: pasa palabra. Laura presionó, pero Susana se negó a elegir.

          ⸺Pamplona o Zugarramurdi: aunque Zugarramurdi es un pueblo precioso para visitar, elige Pamplona, sin duda, para vivir. Se confiesa muy urbanita, si no viviera en Pamplona, de donde no piensa moverse, no se iría a un pueblo sino a una ciudad más grande.

            ⸺Perros o gatos: perros.

            ⸺Restaurante con estrellas Michelin o antro rockero como los que frecuenta Marcela: antro.

            ⸺Serie de televisión o cine: aunque le chifla el cine, ahora para llegar a más gente es mejor la televisión.

 

Ficha

 

Bajo la piel

Susana Rodríguez Lezaun

HarperCollins Ibérica, 2021

ISBN: 9788491395591

448 páginas, 15,5 x 23 cm, tapa blanda.

 

 

Sinopsis

 

No es fácil tratar con Marcela Pieldelobo. Nacida en Biescas, un pequeño pueblo del Pirineo aragonés, es desde hace una década inspectora del Cuerpo Nacional de Policía en Pamplona. Una mujer excesiva en sus costumbres y afectos, y también en el original tatuaje que se enrosca en su cuerpo y que apenas nadie conoce. Está convencida de que las órdenes son susceptibles de interpretación, que hay cosas que es necesario guardarse para uno mismo y que las puertas cerradas pueden dejar de estarlo si se sabe cómo abrirlas. Aunque no tengas una orden judicial.

Ahora el pasado, en forma de un padre maltratador que reaparece tras la muerte de su madre, llama con furia a su puerta, pero Marcela tiene cosas más urgentes que atender, como el caso de un bebé abandonado en un aparcamiento solitario y un coche de alquiler siniestrado sin rastro del conductor, pero con manchas de sangre y huellas de rodadas… Cuando las pistas conducen a una conocida empresa propiedad de una de las más tradicionales e influyentes familias locales, sus superiores deciden apartarla del caso… Pero Marcela, fiel a sus principios y a su instinto, insiste en ir más allá, aun a costa, ahora, de su propia vida.

 

©Artículo: Miguel Izu, 2021.

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