EL DEMONIO DE LAPLACE de Jon Aramendía por Miguel Izu

Ya he comentado en ocasiones anteriores lo sorprendente que resulta que en Navarra estén surgiendo en los últimos años tantos escritores y que una parte apreciable de ellos cultiven, en exclusiva o esporádicamente, la novela negra/policíaca. Por citar algunos de esos autores, navarros por nacimiento o por residencia, que publican tanto en castellano como en euskera: Dolores Redondo, Carlos Bassas, Susana Rodríguez, Reyes Calderón, Maribel Medina, Jon Arretxe, Tadea Lizarbe, Mikel Alvira, Alejandro Pedregosa, Aingeru Epaltza, Carlos Aurensanz, Estela Chocarro, Alberto Ladron, Carlos Ollo, Yolanda Almeida, Carlos Erice, Laura Pérez de Larraya, Ernesto Prat Urzainki, Maite Sota, Nuria Viedma, Iñaki Arbilla, Pernando Gaztelu… Cierto es que no sucede como antaño, que solo en Madrid o Barcelona se daba el clima propicio para el cultivo de este género, hoy tenemos, repartidos por todo el territorio de la piel de toro, muchos escritores que publican lo mismo noir urbano que rural. Pero en una comunidad pequeña, de apenas 650.000 habitantes, un poco menos de los que tiene la ciudad de Zaragoza, resulta llamativa la alta concentración por kilómetro cuadrado de novelistas del género negro/policíaco. También es remarcable que Navarra cuente con dos festivales del género negro, Pamplona Negra, en la capital, e (H)ilbeltza, semana de novela negra en euskera, en Baztan.

Uno de esos nuevos valores que no cesan de surgir en Navarra es Jon Aramendía Huarte (Pamplona, 1969). Después de haber escrito relatos, afición que cultiva desde muy joven, con El demonio de Laplace publica su primera novela. Una trama de intriga con asesinatos en serie, resuelta con agilidad y soltura narrativa, que se desarrolla en el Madrid de las últimas décadas del siglo XX. Relata en paralelo tres historias que acaban confluyendo en una y que sirven para reflexionar sobre el libre albedrío, un asunto que apasiona al autor, como todo lo que tiene que ver con la psicología (carrera que ha estudiado en la UNED) y con los fundamentos biológicos y físicos de la conducta humana.

Aramendía maneja con habilidad algunas de las convenciones tradicionales del género. Un protagonista, el maduro inspector de policía Antonio Marchena, alias Pierre, viudo, solitario, pesimista, escéptico sobre la naturaleza humana, que sueña con jubilarse para concluir una novela sistemáticamente aplazada y para viajar a Cuba. Que fuma sin cesar, incluso al llegar al escenario de un crimen (algo que, después de tantas temporadas de CSI y series similares, ya no perdonamos ni al personaje ni a su autor). Le acompañan otras personalidades igualmente rotas. La subinspectora Ángela Oliveira, divorciada, también sola, con un hijo problemático con el que no se habla hace tiempo, que trata de salir adelante sin caer en la melancolía que la persigue. Cuatro jóvenes músicos, David, Ana, Sebastián y Fabián, unos con vidas más tranquilas y ordenadas, otros heridos por sus dramas familiares, que con su grupo de rock progresivo y desde un barrio obrero persiguen el sueño de ser ricos y famosos pero que caminan por el peligroso borde del abismo de la frustración, el alcohol y las drogas. Félix, su manager, tan seductor como poco de fiar. Y un personaje misterioso al que seguimos desde una infancia traumática que le llevará a adquirir una personalidad gravemente perturbada.

Pierre-Simon Laplace fue un astrónomo, físico y matemático francés que vivió entre los siglos XVIII y XIX y que profesaba el determinismo científico. Defendía que si una inteligencia superior (denominada como demonio de Laplace) pudiera saber la ubicación precisa y el momento de cada átomo en el Universo, a través de las leyes de la mecánica podría deducir sus valores pasados y futuros para cualquier tiempo dado. Esta concepción de la realidad donde todo está predeterminado y todo es teóricamente previsible elimina la posibilidad tanto del azar como del libre albedrío, e igualmente el sentido del mérito y de la culpa en el ser humano. El determinismo propio de la mecánica clásica ha sido con posterioridad puesto en cuestión por la mecánica cuántica, como en el principio de incertidumbre de Heisenberg, que sí acepta la existencia de factores aleatorios. ¿Está todo decidido de antemano, o somos los artífices de nuestro propio destino? Los protagonistas de El demonio de Laplace, empeñados en la persecución de un cruel asesino en serie, se interrogan sobre sus móviles y tratan de anticiparse a sus movimientos, mientras reflexionan sobre el sentido de la responsabilidad y el castigo.

 

Ficha:

El demonio de Laplace

Jon Aramendía Huarte

Ediciones Eunate, 2019

ISBN: 978-84-7768-382-7

248 páginas, 15 x 22 cm, tapa blanda.

 

Sinopsis:

 

Una joven que aparece asesinada con un dibujo extraño en la piel.

Un grupo de rock que intenta encontrar el camino de la fama.

Un niño que vio en televisión algo que no debía.

Una investigación liderada por un inspector y una subinspectora condenados a entenderse. Él, cerca de la jubilación y con una visión determinista del ser humano, afronta cada caso como la consecuencia inevitable de una historia personal, casi universal. A ella, mucho más moralista, su implicación en el trabajo le está costando la relación con su hijo.

Tres historias que marchan en paralelo hasta confluir sin aliento en un desenlace que pone en cuestión el libre albedrío.

¿Es este en realidad un espejismo?

¿Te cambiará leer este libro -mirar el mundo- sin fabricar ídolos ni villanos, inocentes o culpables?

 

©Reseña: Miguel Izu, 2019.

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