Barroso True Crime: La ópera de la mano cortada (Finale) por Ignacio Barroso
Nunca se sabrá si las mismas manos que marcaron los teléfonos de El Caso y demás periódicos que estaban cubriendo el caso de doña Margarita Ruiz de Lihory y de la Bastida, marquesa de Villasante, baronesa de Alcali, duquesa de Valdeáguilas y vizconesa de la Mosquera y su compañero de vida y fatigas, el abogado José María Bassols, repitieron la operación con los jueces encargados del caso en esta ocasión. Pero el hecho es que las sentencias de ambos no pasaban de dos condenas: una por profanación de cadáveres y la otra por amenaza contra la salud pública. En el caso de la marquesa la cosa se solucionó con un arresto mayor de seis meses y una multa de cinco mil pesetas. Por su parte, la condena de Bassols se resumió en tres meses de arresto y una multa de dos mil duros: mil por la profanación y el resto por atentar contra la salud pública.
Pero no es oro todo lo que reluce y los acusados no iban a ser una excepción. El abogado defensor puso toda la carne en el asador, tocando la fibra del Régimen al argumentar que si el Caudillo tenía como reliquia el brazo incorrupto de Santa Teresa, ¿qué pena y qué condena pedía la acusación para su defendida y su esposo, cuando lo único que habían hecho era conservar la mano de su hija, tan amada y fallecida en tan dramáticas circunstancias, como recuerdo?
Y la cosa surtió efecto. No hubo juicio oral. Las partes aceptaron de mutuo acuerdo la condena y, en un giro inesperado del guión, su abogado se sacó un as de la manga presentando un recurso contra la sentencia y en esas están los dos ahora mismo. En el Tribunal Supremo. Es el 25 de abril de 1964. El juez acaba de dar los consabidos golpes con el mazo diciendo que ni hablar del peluquín. Que todos primos, pero la vaca por lo que cuesta. O lo que, en el argot legal, viene a ser que se desestima el recurso y deben cumplir la condena, descontando, eso sí, los días que han estado encarcelados en todo este paripé: más de un mes en total
Ninguno de los dos está ya para muchos trotes. Han vivido tiempos mejores, más allá de los achaques típicos de la edad que una década sobre la espalda suele acarrear. Las noticias vuelan y los escándalos, aunque silenciados en cierto modo, se han estado cebando con ellos durante todo este tiempo. Un claro quién te ha visto y quién te vé, en el que el bombazo que supuso el saberse que los títulos que ella ostentaba eran de prestado, siendo su hermana mayor, Soledad, la verdadera marquesa de Villasante y baronesa de Alcali, se encargó de sumirles en una pobreza digna de una novela de Dickens, en la que no cuesta mucho imaginar al matrimonio frente a la chimenea de una casa vacía y cargada de recuerdos (todo tiempo pasado fue mejor, que diría el poeta), teniendo que quemar los muebles para alimentar la lumbre.
La salud de Margarita sigue en caída libre hasta el punto de verse postrada en una silla de ruedas, al tiempo que Bassols, desesperado, vende la mansión de Albacete a dos tipos distintos al mismo tiempo antes de desaparecer del mapa rumbo a Canarias para evitar tener que dar explicaciones a los que ha timado, según las versiones no oficiales.
Por su parte, ella acabará por ingresar consumida y siendo la sombra de lo que fue en el Hospital Provincial de Albacete y fallece el 15 de Mayo de 1968. El sepelio, lejos de lo que el protocolo nobiliario requiere en estos casos, se limitará a un nicho sin placa en el Cementerio Virgen de los Llanos de Albacete. La mujer que en su juventud fuera nombrada Capitán honorario de las tropas españolas en África y a quien antes de pasar revista a las tropas se le cayeron las bragas falda abajo, se las sacudió dejándolas resbalar entre las piernas hasta que llegaron al suelo y siguió como si no pasara nada, la misma que se movía entre las altas esferas como pez en el agua, acabará siendo sepultada por el olvido para pasar a la historia popular como la protagonista anónima de la canción que durante generaciones los niños y niñas han cantado sin saber su origen. Aquella que dice eso de:
En la calle de la Princesa,
vive una vieja marquesa
con su hija Margot,
a quien la mano corto.
Moraleja, moraleja,
esconde la mano…
… que viene la vieja.
FUENTES
- De Madrid al Infierno. M. Besas, J. A. Pastor. Ediciones La Librería. Págs. 16-35.
- https://www.libertaddigital.com/opinion/fin-de-semana/el-caso-de-la-mano-cortada-1276239544.htmlhttps://www.libertaddigital.com/opinion/fin-de-semana/el-caso-de-la-mano-cortada-1276239544.html
- https://confilegal.com/20170521-caso-la-mano-cortada-la-aristocrata-margarita-ruiz-lihory-le-corto-la-mano-le-saco-los-ojos-al-cadaver-hija/
- https://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20160916/155984981_0.html
- https://criminalia.es/asesino/el-caso-de-la-mano-cortada/
©Barroso True Crime: Ignacio Barroso, 2020.
Visitas: 438