Bajo la doble lupa de… El oscuro Adiós de Teresa Lanza de Toni Hill por Manu López y Anna Miralles
EL OSCURO ADIÓS DE TERESA LANZA
BAJO LA DOBLE LUPA DE…
Anna Miralles y Manu López Marañón
RESEÑA DE ANNA
Toni Hill (Barcelona, 1966) es licenciado en Psicología, aunque desde hace años se dedica a la traducción literaria y a la colaboración editorial. En 2011 publicó la primera de las novelas protagonizadas por el inspector Héctor Salgado El verano de los juguetes muertos. A esta le siguieron Los buenos suicidas (2012) y Los amantes de Hiroshima (2014). En 2016 se publica Ángeles de hielo, y Tigres de cristal en 2018 con la que ganó el Premio Novelpol 2019 (ex aequo), el premio Tormo Negro-Masfarné 2019, el galardón a la mejor novela negra del 2018 por la revista digital Llegir en cas d’incendi y La Vanguardia la incluyó dentro de las cinco mejores novelas de género negro del año 2018.
Los lectores de Toni Hill estamos de enhorabuena con la publicación de su último trabajo El oscuro adiós de Teresa Lanza, una novela coral que nos lleva hasta Castellverd, una población ficticia que le sirve al autor de marco en el que desarrollar una trama que ahondará en diversos temas de actualidad, y que va a estar protagonizada por un buen número de personajes.
El inicio sorprende por su originalidad ya que quien nos va a introducir en la historia es la mujer a la que hace referencia el título, Teresa Lanza, que está muerta, aunque sigue en el mundo de los vivos desde donde escucha y observa todo. Mediante un monólogo en primera persona, nos relata que su muerte se produjo hace un año. Pronto sabemos que se suicidó tirándose desde la ventana de la habitación que tenía alquilada, pero desconocemos, como la propia Teresa, por qué lo hizo.
«Caí en la cuenta de que, si bien sabía a ciencia cierta que había muerto, no tenía la menor idea del cómo. Ni del dónde. Ni del porqué».
En este primer capítulo de la novela, Teresa recuerda cómo fue testigo de su propio entierro y nos habla de las personas que asistieron a él. Vemos su desconcierto: no entiende su situación ni por qué sigue todavía entre los vivos ni qué pasó. Necesita saber todos los detalles acerca de lo que ocurrió y los irá averiguando al mismo tiempo que lo hará el lector.
Teresa Lanza, una joven inmigrante hondureña, trabajaba como empleada del hogar para cinco amigas de Castellverd, mujeres con buenos empleos, exitosas, que viven en un entorno privilegiado, a las que –aparentemente– la vida les sonríe y no les falta de nada. Todas, en mayor o menor grado, sintieron la muerte de Teresa, pero un año después su recuerdo se va diluyendo para la mayoría. Teresa es consciente de ese olvido puesto que sigue apareciendo por las casas que limpiaba los mismos días en que acostumbraba a hacerlo, y sigue observando y escuchando.
El monólogo de Teresa, muy interesante como recurso narrativo, se alterna con capítulos en los que un narrador omnisciente presentará a los personajes que conocieron a Teresa y nos relatará lo que sucedió antes, durante y después de su muerte. Conoceremos a las mujeres para las que trabajaba –Lourdes, Mireia, Xenia, Olga y Coral– y las conoceremos a fondo gracias al retrato minucioso que el narrador hace de sus vidas, de su manera de ser y de comportarse; también de sus miserias, debilidades y secretos.
La calma que se respira en Castellverd se ve alterada cuando un día amanece con sus calles empapeladas de carteles con una foto de la fallecida y una frase: ¿Quién mató a Teresa Lanza? Hay quien desea que esa muerte no caiga en el olvido y habrá quien querrá justo lo contrario.
El contrapunto a estas cinco mujeres y su entorno, reflejo de una vida privilegiada, son Jimmy, Deisy, y la propia Teresa, inmigrantes que han llegado a España escapando de unas vidas sin futuro en sus países de origen. Tienen que buscar la manera de salir adelante enfrentándose, en muchas ocasiones, al desprecio y al rechazo de los vecinos de Castellverd. El tema de la inmigración está muy presente en la novela de Toni Hill: le sirve para hablar del clasismo, de la hipocresía de aquellos que tratan a los inmigrantes como iguales pero que, sin embargo, no dudan en establecer límites y marcar distancia cuando existe la posibilidad de que puedan acabar involucrándose en sus vidas. Todo está bien mientras cumplan con su cometido; todo está bien mientras cada uno esté donde le corresponde.
«No quieren ensuciarse las manos, y por eso nos dejan entrar en sus vidas. Porque nos necesitan. Sus remilgos son nuestra fuerza. Su falta de tiempo, nuestra oportunidad. Pero en el fondo saben que son sus niños, sus viejos, sus casas y sus plantas. Por eso prefieren tratarte casi como a un miembro de la familia y no como a un simple empleado. Si eres ‘uno de ellos’, ya no están relegando sus responsabilidades en un extraño, y se sienten mucho menos culpables».
Castellverd ofrece una imagen idílica de una comunidad rica y aislada del mundanal ruido de ciudades como Barcelona. Quien vive en Castellverd siente «esa desconexión tan placentera, la sensación de aislarse del mundo exterior», es un entorno de «calles con casas bonitas, todas con su jardín y su garaje, distintas y a la vez iguales, como si fueran primas más o menos lejanas unidas por la sangre. Aunque la sangre, acá es más bien el dinero», como dice Teresa en un momento de la novela. Los que disfrutan de Castellverd parece como si estuvieran inmunizados a las miserias y problemas que campan por otros lares, pero no es así porque tras las puertas de sus estupendas casas esconden unas vidas que presentan grietas por las que se cuela la inmundicia del mundo «real»: mentiras, engaños, infidelidades, corrupción, relaciones desiguales, trapicheos…
El oscuro adiós de Teresa Lanza es una novela que arranca con un ritmo muy pausado. Los primeros capítulos pueden resultar lentos porque en ellos se hace un profundo análisis psicológico de los personajes que requiere de una lectura atenta, necesaria para asimilar todo lo que se dice de cada uno de ellos y para interiorizar quién es quién. Hill disecciona a sus personajes y nos muestra todas sus caras. Sabemos más de cada uno de ellos que los que les rodean. Vemos cómo se presentan ante los demás y cómo son en verdad. Entre los distintos personajes se establecen relaciones familiares y de amistad, pero en realidad son unos grandes desconocidos: todos esconden algo que no muestran hasta que no tienen más remedio, o hasta que el sentimiento de culpa o las ganas de terminar con las falsedades se imponen. Toni Hill huye del maniqueísmo en su novela, no hay buenos ni malos. Un gran logro en la novela de Hill es justamente el haber elaborado unos personajes muy creíbles, muy reales, con sus luces y sus sombras.
Después de esta primera parte pausada en la que parece que no pasa nada –solo parece–, viene una segunda en la que el ritmo se agiliza a raíz de una serie de giros de la trama muy oportunos que obligan a los personajes a tomar decisiones. Una investigación policial y varios interrogatorios que aparecen en el último tercio de la novela provocan que la lectura se vuelva adictiva y resulte difícil soltar el libro, queremos saber más. Toni Hill resuelve los distintos conflictos abiertos de una forma muy acertada; el desenlace, desde mi punto de vista, es magnífico. Todo acaba por encajar de una manera nada forzada. Otro logro del autor.
La calidad de la prosa de Hill está fuera de toda duda. Consigue que el lector se interese por la historia que va desgranando página tras página independientemente de si hay más o menos acción, porque cuando la narración fluye no se echa en falta nada. En El oscuro adiós de Teresa Lanza su dominio del lenguaje se evidencia también al cambiar de registro logrando verosimilitud al reflejar el habla propia de los personajes latinos de la historia.
La inmigración, el suicidio y la culpa, el clasismo, el periodismo sensacionalista, las adopciones ilegales, la eutanasia, la corrupción, los conflictos morales, etcétera, son algunos de los temas que Hill tratará en esta novela y nos llevará a reflexionar sobre ellos. Esta es una novela muy completa que abraza muchos géneros: es novela negra, es un thriller psicológico, es una novela social, incluso es una novela en la que lo irracional, de la mano de Teresa Lanza, hace acto de presencia.
Toni Hill nunca defrauda.
RESEÑA DE MANU
Con Toni Hill Gumbao (Barcelona, 1966) dio inicio, en el verano de 2018, una sección creada ad hoc para esta revista. Años después El oscuro adiós de Teresa Lanza, novela que sigue a Tigres de cristal (reseñada junto a Almudena Natalías), inicia la cuarta temporada de Bajo la doble lupa de… siempre publicada por lo mejor de este género: Solo Novela Negra.
Al barrio suburbial de Cornellà retratado por Hill, en el que se movían con solvencia los personajes de Tigres de cristal, sigue ahora una urbanización en Castellverd, ficticia localidad que su creador ubica a 20 minutos en tren de Barcelona. Los dueños de los chalés, pertenecientes a la alta burguesía catalana, viven durante todo el año en un tranquilo y cuidado entorno con restaurantes, bares con terraza, pistas de tenis y gimnasio.
El primer suceso de importancia que alteró la tranquilidad reinante fue el suicidio de una inmigrante, hondureña, que limpiaba para varias familias de allí: se lanzó al vacío desde el séptimo piso de su casa, en el barrio de Las Torres. Un año después –1 de febrero de 2019– aparecen por el pueblo, y adheridos en cinco casas, unos pasquines anónimos con la foto de la centroamericana y una inquietante pregunta: «¿Quién mató a Teresa Lanza?».
Aunque sin estar diferenciadas, dos partes fraccionan esta novela de 459 páginas. La principal, por tamaño e interés, llega hasta la 311. A partir de ahí, con una desaparición a la que sigue un hecho trágico, comienza la que tiene su hilo conductor en las investigaciones practicadas por los Mossos d’esquadra.
El detalle de un microcosmos (la vida cotidiana de una elitista urbanización en las afueras de Barcelona) se eleva, por méritos de su autor, hasta la veraz ilustración de un modo de vida contemporáneo privilegiado. Algo que pronto se convierte en alegoría de estos tiempos convulsos en los que las diferencias entre clases se han acentuado. Esta primera parte de El oscuro adiós de Teresa Lanza, que lectores inexpertos encontrarán premiosa, viene construida desde la paciencia requerida para conseguir el suspense que anticipa lo que ocurrirá en el chalé de un personaje tan bien dibujado como es Mireia Ros.
El relato cruzado sobre los matrimonios que conviven en esa urbanización y cuyos prejuicios de clase –y hasta de raza– buscan ser disimulados, por ejemplo, con el trato familiar concedido al servicio, deriva en una incisiva reflexión sobre la vulnerabilidad y la inseguridad humanas. La pérdida de pie de los protagonistas, su desequilibrio (la edad, las inseguridades personales y erosiones matrimoniales), van asfixiándolos poco a poco y transforman este idílico enclave catalán en un hábitat de depredadores.
Hill extrae el retrato grupal de esta «buena sociedad» preocupada por la identidad de grupo y el mantenimiento de su nivel de vida. Con la debacle del constructor Álvaro Torné (un cuarentón encarcelado por comisiones, cohechos, por sus cuentas en paraísos fiscales) dentro de ese grupo de mujeres –antes tan unidas– aflora ahora una dialéctica perversa, un mundo de hipocresías, puyas, disimulos, infidelidades, esposas decorativas, injusticias, soledades, crueldades…, un panorama, en fin, asquerosamente superficial cuya falta de solidaridad alcanza transparencia cuando la mujer de Álvaro, la sumisa Coral Alonso, tras haberlo perdido todo, pide ayuda económica a sus «amigas»…
En esas vidas donde dar largos paseos o acudir al gimnasio parece ser rutina, y las reuniones sociales, plagadas de fiestas, el mayor premio semanal, los sucesos que coinciden con el retorno al hogar del único hijo del matrimonio formado por Lourdes Ros (hermana de Mireia, dueña de la editorial Pérgamo) y el profesor Max Esteve, llevan a preguntarse quién será realmente esa gente que tan bien sabe camuflarse tras las apariencias.
En estas 311 páginas Toni Hill desnuda las miserias de sus personajes (inclemente resulta con la actriz de televisión Xenia Monfort, una separada en el declive de su carrera). Ayudado por su manera de plasmar cómo se comportan revela qué esconden los actos de cada cual. Y así embebido, avanza el lector hasta entender cómo los hechos acaecidos eran consecuencia de un tipo de vida del que cuesta escapar. Unos paradigmas sociales estos que no solo se desarrollan en urbanizaciones de lujo: se debe apuntar cómo están más cerca de otras realidades de lo que pueda pensarse.
Discriminación por clase y raza vienen arraigados en el modo de vida de Castellverd. Obligados a relacionarse con los habitantes de Las Torres, barrio de Rubí que provee de mano de obra para los servicios domésticos, ese trato familiar dispensado a jardineros y muchachas latinas que trabajan en los chalés pronto se desvela como otra pantomima: allí existen ciudadanos de primera y tercera categoría. Más motivado está que un chaval sufra rechazo por parte de su familia de adopción (por su inflexibilidad a la hora de evitar adaptarse a ella); desapego evidente pero tampoco admitido, y al que debemos situar como una causa de la cada vez más inminente fatalidad.
Las protagonistas –El oscuro adiós de Teresa Lanza explora fundamentalmente el universo femenino– se ocupan de mantener intocado su mundo privado, tratando de que el mundo externo apenas las roce. Pero para Toni Hill en su novela, el afuera, de una u otra manera, termina entrando.
Respecto a la segunda parte, iniciada en El principio del fin con lo que ocurre mientras en casa de Mireia se festejan, a la vez, un masivo cumpleaños y la vuelta –tras un año fuera de casa– de su sobrino Simón Esteve; estas páginas, que tantos, no me cabe la menor duda, hallarán dinámicas y llenas de interés, me han gustado algo menos.
A los personajes de El oscuro adiós de Teresa Lanza los encuentro más atrayentes cuando, relacionándose en la urbanización, el autor radiografía su interior que cuando la abandonan para detallar su grado de implicación en los sucesos acaecidos (fundamentalmente durante esas rondas de interrogatorios que tienen lugar en la comisaría de Sant Cugat del Vallés).
Lo que en la primera parte ha captado mi atención sin esfuerzo requiere ahora mayor concentración. A ello puede colaborar que el trazo del subinspector de los mossos, ese Carles Asens encargado del caso, un cuarentón esquivo a la prensa, no tenga demasiada fuerza (sus ayudantes, dentro de su funcionalidad, resultan ya meros apuntes).
Con la resolución El oscuro adiós de Teresa Lanza recupera su brío. Pero la fusión entre thriller psicológico e investigación ha quedado algo descompensada. Esta buena novela, a mi modesto entender, hubiera mantenido su fluidez, con aquella inicial intensidad, sin alejar tanto sus tramas de las modernistas viviendas de Castellverd.
ENTREVISTA CON TONI HILL
PREGUNTA ANNA
- El oscuro adiós de Teresa Lanza es claramente una novela coral.
La presencia de tantos personajes, y el trabajo que esto supone en cuanto a su elaboración, ¿han provocado que esta sea la novela más difícil de las que lleva escritas? ¿Cuáles han sido las dificultades que han surgido durante el proceso de escritura?
Cada novela tiene sus propias dificultades, así que no podría decir que esta haya sido más compleja que otras. Es cierto que el carácter coral de la historia me obligaba a definir muy bien a los personajes para que estos fueran reconocibles, y para que el lector se implicara en cada una de sus historias, pero quizá lo más difícil fue darle voz a Teresa Lanza, y lograr que los lectores aceptaran su personaje «fantasmal» como uno más.
- El peso de la trama recae en los personajes femeninos.
¿Era esa la intención al escribir la novela: fue algo buscado o simplemente surgió?
Fue intencionado y por varios motivos. Por un lado, en las cinco novelas anteriores siempre ha habido una proporción bastante equilibrada entre personajes femeninos y masculinos, pero un día caí en la cuenta de que los protagonistas eran todos hombres (Héctor Salgado, Frederic Mayol, Juanpe y Víctor) y pensé que ya era hora de que la acción recayera de manera incuestionable en los personajes femeninos. También hay hombres en la novela, por supuesto, pero está claro que son ellas las que llevan el peso de la trama, empezando por Teresa. Y como en Tigres de cristal había explorado la amistad masculina, decidí ahondar aquí en un grupo de amigas, cinco mujeres distintas e interesantes que me daban mucho juego.
- En la novela se alterna un narrador en primera persona, que es la propia Teresa, con un narrador omnisciente que aparece en la parte titulada Los vivos donde se nos cuenta la historia desde el punto de vista de cada personaje. En esta parte aparecen capítulos que son fragmentos de un libro escrito por una periodista sobre lo sucedido. Se trata de un true crime titulado Los vivos y los muertos.
¿Qué opinión le merecen estas crónicas negras que están teniendo un cierto auge en el panorama literario actual?
A mí me interesan bastante y está claro que conforman una tendencia actualmente. Les pido lo mismo que a cualquier otro libro: buena escritura y una buena historia. Si me dan ambas cosas, yo encantado.
- El personaje de Teresa aparece en la novela interviniendo directamente en algunos momentos.
¿Cómo surge la idea de hacerla participar en la trama como fantasma? ¿Se ha sentido cómodo introduciendo elementos irracionales, o sobrenaturales, en la historia?
La verdad es que me he sentido más cómodo de lo que pensé al principio. El reto estaba en darle una voz creíble y, al mismo tiempo, conseguir que el lector empatizara con ella y se preocupara del devenir de Teresa una vez muerta. No quería escribir una novela fantástica, o de terror, sino convertir a esa joven en una presencia «invisible», un poco lo mismo que era cuando estaba viva para la gente que la empleaba en sus casas. De todas formas, y en contra de la teoría generalizada, yo sí creo que el mundo sobrenatural casa muy bien con la intriga psicológica y la novela negra.
- Usted ha traducido a varios autores, entre ellos a Peter May, Jonathan Safran Foer, David Sedaris, etcétera.
¿De qué manera el ser traductor influye en su faceta de escritor? ¿Cuándo decidió que escribiría sus propias novelas?
Seguramente influye porque te da un dominio de las herramientas de la lengua. Una traducción literaria tiene algo de reescritura, en el fondo: si no fuera así ya estaría automatizada. Por otro lado, más que una decisión fue un proyecto que, de repente, se tornó viable por temas de tiempo y de dinero. Cuando pasas muchas horas traduciendo, lo último que te apetece es seguir escribiendo después, pero de repente me encontré con unos meses libres y con una idea en la cabeza que terminó siendo El verano de los juguetes muertos.
- El oscuro adiós de Teresa Lanza abarca muchos géneros: tiene elementos de novela negra, de novela social, es también un thriller psicológico.
¿Le preocupa que se le identifique como autor de un género determinado y es esta una forma de evitar el encasillamiento?
No, en realidad estoy bastante orgulloso de que se me identifique con el género negro. Lo que sí me preocupa es no aburrirme yo, y por eso voy explorando distintos temas, enfoques, tramas… Del policial más clásico al gótico, la novela más social o la intriga psicológica. Creo que el mundo negro tiene muchas ventanas a las que asomarse y me interesan casi todas ellas. Tampoco descarto repetir alguna o incluso escribir algo que no sea estrictamente de género.
PREGUNTA MANU
- Aunque no pueda decirse que todos los personajes masculinos de El oscuro adiós de Teresa Lanza tengan una entidad menor (Jimmy Nelson y Simón Esteve gozan de peso), lo cierto es que a su nuevo libro puede definírselo como una «novela de mujeres». Dentro siempre de la clase acomodada, el abanico de psicologías femeninas es amplio. Destaca Mireia Ros, pero no desmerecen amigas suyas como Xenia Monfort o Coral Alonso, ejemplos vivos, respectivamente, del daño que ocasiona el paso del tiempo en una mente superficial o del que provoca la sumisión dentro del matrimonio.
¿Aprueba que el gran haber de su novela sean unos personajes femeninos de referencia y que, por lógica, los maridos se encuentren en un registro menos estelar?
Sí, sin duda. Lourdes, Xenia, Coral, Mireia y Olga (además de Teresa) son claramente las protagonistas de esta historia. Ellos, aun siendo importantes, ocupan menos espacio en la novela, quizá con la excepción de Jimmy e Íñigo (que en realidad es un marido que está desempeñando el cuidado de los niños, una tarea «tradicionalmente» ligada a las mujeres).
- Al igual que en Tigres de Cristal, con la descripción de aquel barrio que se llamó la Ciudad Satélite, en El oscuro adiós de Teresa Lanza sorprende cómo muestra una de esas urbanizaciones que empezó como refugio para los veraneos de gente pudiente y acaba siendo un lugar donde vivir todo el año.
¿Puede contar algo de su forma de trabajar para describir entornos tan diferentes?
En este caso fue muy distinto porque la Ciudad Satélite era, es, un lugar real y hay que ser muy respetuoso con la gente que vivió y vive allí. Respetuoso en el sentido de ser fiel a su geografía y a su espíritu o ambiente. Castellverd es un lugar ficticio, lo cual te da una libertad absoluta, pero a la vez te obliga a crearte un mapa mental del espacio porque no tienes uno real al que agarrarte. La verdad es que me encantó hacerlo: siempre he envidiado a los autores de fantástico que pueden imaginar países legendarios y lugares míticos, y describirlos a su gusto.
- En la gran novela de Claudia Piñeiro Las viudas de los jueves (Alfaguara, 2007) –así como en la adaptación que, en 2009, hizo para el cine Marcelo Piñeyro– se describe el modo de vida de una hiperlujosa urbanización (allí lo llaman country) en las afueras de Buenos Aires. Encuentro semejanzas entre aquel Altos de la Cascada y este Castellverd. Pero si en el country las medidas de seguridad eran disuasorias en extremo (desde una garita para franquear el acceso, pasando por barreras y alambres perimetrales, hasta cámaras y vigilantes), en El oscuro adiós de Teresa Lanza brillan por su ausencia (a pesar de que los habitantes de Castellverd pueblen un lugar igualmente exclusivo).
¿A qué puede deberse esa falta de medidas en Castellverd?
Son lugares distintos. Los countries tienen más que ver con alguna urbanización de lujo: yo conozco una a las afueras de Madrid donde también existe ese control de acceso y esa seguridad. Castellverd es un pueblo que se ha ido convirtiendo en una zona donde vive gente acomodada, pero quizá no tan exclusiva como los habitantes del country. Además, creo que casa mejor con el aire más progre que se ha respirado casi siempre en nuestra burguesía catalana, al menos en apariencia.
- Un tema que pone usted sobre el tapete es la problemática del inmigrante en la Cataluña de hoy, su complicada forma de adaptarse y encontrar trabajo. Teresa Lanza, su amiga y compañera de piso Deisy, y también Jimmy Nelson han sido alumnos del padre Rodrigo, cura tenaz a la hora de hacerse respetar. Gracias a su labor docente aleja a los inmigrantes de la delincuencia (un peligro que ronda incluso al alumno más preparado) para destinarlos a garajes de automóviles o a labores domésticas y de atención a ancianos.
¿Cómo llega a la figura del padre Rodrigo?
Creo que hay bastantes padres Rodrigo en nuestro país. Yo no soy una persona creyente, pero me parece injusto negar que, tanto desde algunas parroquias como desde distintas ONG, se está desarrollando una labor muy valiosa para con los inmigrantes u otros colectivos marginales. También descubrí que, para muchos latinoamericanos recién llegados, la iglesia es, además de un lugar de oración, un espacio donde reencontrarse, compartir problemas, pedir consejo y recibir ayuda. Y la dinámica de la parroquia siempre depende del carácter del sacerdote, así que acabé construyendo a un padre Rodrigo enérgico, práctico, severo, tozudo y muy entregado a su causa.
- Al desnudar a sus protagonistas, tanto a ese grupo de «amigas» de urbanización como a sus maridos, consigue que los lectores se hagan una muy aproximada idea de unas almas que, la verdad, desconciertan. Ha logrado un conjunto, aterrador y subyugante a la vez, con el que muestra sus mejores armas de narrador.
¿Estos arquetipos de clase, extraídos de un entorno libre de preocupaciones, serían, narrativamente hablando, extrapolables al ámbito de la clase media?
Muchas gracias. En realidad yo creo que sí. En el fondo nuestras miserias o zonas oscuras están más relacionadas con la personalidad de cada uno que con su posición económica. Lo que pasa es que el dinero, sin duda, contribuye mucho a nuestra imagen externa; si lo piensas es casi una de las primeras cosas que te dicen de alguien, o lo deduces tú mismo al ver su casa y su estilo de vida. Eso los aleja de los mortales comunes que hacen equilibrios para llegar a fin de mes o, más aún, de los inmigrantes a quienes emplean en sus casas. Su realidad es otra, sus problemas externos son otros, tienen muy claro su estatus y a veces no se dan cuenta de que, en comparación con muchos, llevan unas vidas privilegiadas (aunque trabajen muchas horas, que también lo hacen)… Pero por dentro, en un registro más personal, sus temores no difieren tanto de los de cualquiera.
- El mundo editorial, gracias a que Lourdes Ros dirige Pérgamo, es mostrado en El oscuro adiós de Teresa Lanza con rápidos pero muy certeros apuntes. Lo que usted apunta del día a día en una editorial es valiosísimo, son datos de directa aplicación para, por ejemplo, autores que pretendan publicar.
Con su pericia para describir ambientes, una carrera de escritor ya no corta, y el personal conocimiento del proceso que sigue hoy un manuscrito hasta convertirse en libro; con esta suma, dígame: ¿no le tienta ambientar una novela en una editorial, ámbito donde los egos se desatan?
En cualquier mundo donde entra en juego un aspecto creativo los egos van bastante sueltos… Pienso en el teatro, o en la publicidad, por poner dos ejemplos. El mundo editorial sería un buen telón de fondo para una novela, eso es cierto, y estoy seguro de que muchos lectores se sorprenderían al ver cómo funciona el día a día: hay mucho más trabajo del que se cree y no todo es debatir con autores o leer historias maravillosas. Como en cualquier otra empresa, existe una presión económica, pero, además, en esta se trabaja con un material más frágil, menos concreto, que genera más inseguridades tanto en los editores como en los autores. La figura del editor es, a veces, la de un consejero o un hermano mayor, pero, por otro lado, también es un empresario que debe decir «no» a proyectos de autores a los que aprecia si no los considera viables. Es, sin duda, un personaje interesante y del que normalmente sabemos poco porque su mayor virtud consiste en permanecer en un segundo plano y dejar que brillen los autores, las autoras y los libros.
©Reseñas y entrevistas: Manu López Marañon y Anna Miralles, 2021.
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