Rafael Grillo es cubano, escritor y mi amigo.

Gustavo Eduardo Abrevaya| Buenos Aires

Conocer a un autor al mismo tiempo que su obra es una experiencia intensa. Uno puede ir leyendo y comentando lo que lee en tiempo real, lo cual vuelve a la lectura un momento de rara singularidad. Soy psicoanalista, me interesa lo singular, es por donde aparecen verdades que se borran en lo general. Y, algo que en mi caso no tiene tanto tiempo, en gran parte estas experiencias ocurren vía redes sociales. Hace ya bastante que llegué a esta conclusión: la amistad en este territorio no es ficticia, no es que uno simule una amistad, uno elige de quién se hace amigo y ahí hay un compromiso que no es menor.

Por Facebook he hecho amigos de verdad.

Rafael Grillo es cubano, escritor y es mi amigo. Y, se sabe, entre cubanos y argentinos, vía el Che, existe un amor histórico que el tiempo va reforzando. No lo conozco, no escuché nunca su voz ni vi su cara, no estreché su mano, no nos hemos dado todavía el abrazo que, creo yo, algún día nos daremos.  Dirige una página, Islíada. Org, dedicada a difundir la literatura cubana. Pero tiene esa generosidad que uno reconoce en los cubanos. Entonces incluye a autores de otros países. Y los incluye como colega. Porque Rafa es también autor, interesado en la Novela Negra, lo que implica un interés por la literatura. Porque además de la Novela Negra, le interesa la romántica, digámosle así, y la gótica.

Novela Gótica en Cuba me resulta una mención irresistible. ¿Dónde quedaron los montes escarpados con aquellos castillos que aterraban solo de verlos? ¿Adónde esas tormentas escalofriantes, esos relámpagos que alumbraban la sala del cine, esos truenos que te hacían saltar de la silla? ¿Qué hace Drácula en La Habana, con tanto sol y aguas cristalinas? ¿Por qué inesperadas y habaneras paredes de qué edificios podría reptar el viejo conde? ¿Y sus terribles novias? Es necesario reconocer que, si de novias hechizadas se trata, en este punto Cuba es un país rico. Y ya que estamos: ¿aúllan los lobos en La Habana? Oh, sí, concedamos esto: a los cubanos no les deben faltar mansiones que bien podrían pasar por la Casa Usher. ¿Y los enterrados vivos? ¿Y la invocación de las almas? ¿Y los pactos con el Diablo? ¿Gatos negros, barriles de amontillado, modernos Prometeos robando el fuego de los dioses? Convengamos en un punto: de esto último los cubanos tienen mucho que decir. La Habana podría ser la capital mundial del sincretismo. En el mismo ámbito conviven Marx, Martí y Oxalá. Un país que enamora.

Novela Negra: aquí entramos en territorio conocido. Se sabe, Leonardo Padura habla de estos asuntos y vende millones de libros en todo el mundo. Crímenes hay en todos lados, aunque, solo por citar un ejemplo de otra isla, un poco más fría, el islandés Arnaldur Indridason se la vea complicada para pensar sus novelas porque parece que en Islandia eso casi no existe. ¿Nadie mata a nadie en Reyjavik? ¿Cómo es posible? Quiero ir a vivir ahí. Uno tiene la impresión de que los únicos crímenes islandeses ocurren en las enormes novelas de Indridason, aunque algunos de esos crímenes daten de la segunda guerra mundial. De lo que uno está seguro es que este autor no dice tonterías. En los últimos años descubrí dos autores: este islandés que escribe sobre desaparecidos y que a un argentino parece estar hablándole al oído. La otra autora, genial, lujosa, de una inteligencia desmesurada es, sin dudas, Fred Vargas. Viajaría a París solo para tocarle el timbre, aunque quienes la conocieron me dicen que no es muy sociable. Creo que igual alguna vez juntaré coraje.  No puede ser tan mala alguien tan buena.

¿Y qué pasa en La Habana? Ahí vive Rafael Grillo. Y además de autor es un gran tipo.

Leí su libro Historias del Abecedario, que consiste en tres relatos enlazados por La Habana y, acá está el aspecto que me capturó, un desfiladero rígido que obliga al autor a desplegar sus historias respondiendo a esas reglas inamovibles. Todo se cuenta siguiendo el orden del abecedario. Las historias con ese rigor me atrapan, quizás por mi tendencia a alejarme del nudo del relato para luego volver, a veces al costo de no encontrar el camino. Una enorme película policial, negra hasta los cimientos, Simplemente sangre, de los hermanos Coen, su primera película y en mi opinión aún la mejor, tiene ese mecanismo de relojería que tanto valoraba Borges, donde nada sucede sin la obligatoriedad que impone el episodio previo. Y en este libro asistimos a esa modalidad, donde el suspenso, al menos el que uno detecta preguntándose cómo va a seguir esta historia, es, más allá de una anécdota policial, o romántica o terrorífica, es cómo se las arregla el autor, en cierto modo el verdadero héroe de las tres historias, para salir de ese brete: Rafa Grillo se mete en una complicación difícil de salvar y se las ingenia para salir airoso. No narra repitiendo estilos, sino, más bien, se apropia de esos géneros y los exprime, los retuerce, los deja marcados por su mirada amplia. Tres relatos, entonces: el policial (Abecedario del crimen) el romántico (Los amantes del Abecedario) y el gótico (Monstruos del Abecedario). Tres relatos escritos con gran humor, elegantes, de delicado estilo y profuso conocimiento de las temáticas, con una mirada jocosa y tierna acerca de las tonterías burocráticas con que los cubanos deben convivir. Este hombre ha leído y mucho. Todos los vampiros caben allí, también caben todos los sospechosos, el cadáver, caben los amores sin solución, los patrulleros, las rencillas entre autores, la música, el jazz, los Beatles, Drácula, Baudrillard, Platón, Viena, París, Rick Blaine, Chavela Vargas, Arthur Machen, Paracelso, Blade, Los Ángeles Lakers, Carmilla y una disputa inesperada, para mí, entre su autor, Sheridan Le Fanu, y un plagiario Bram Stoker, en esta versión, si entendí bien la trama y no me comí ningún amague, algo difícil de conseguir porque Rafa Grillo amaga todo el tiempo: parece que va recto y sale en diagonal y cuando uno lo va a buscar ya no está ahí.

Estoy muy orgulloso de esta nota.  Y muy orgulloso de haber encontrado a un amigo que espero conocer muy pronto. Y, parafraseando a Borges, digo: que otros se jacten de lo que han escrito, yo me jacto de haber leído a mi nuevo amigo cubano.

Gustavo Eduardo Abrevaya

 

Del texto © Gustavo E. Abrevaya . Todos los derechos reservados.

De la publicación © Solo Novela Negra. Todos los derechos reservados.

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