La novela negra vasca se renueva
IZASKUN ALBÉNIZ| Corresponsal en el País Vasco
Al hilo del cierre de la cuarta edición de Pamplona Negra en la que Carlos Bassas, entregaba el testigo a Susana Rodríguez Lezaun para que, según sus palabras «entre el aire; un nuevo punto de vista, fuerza y energías renovadas», y de la charla que propuso la editorial Erein sobre los diez años de su colección Cosecha Roja, donde convergieron los puntos de vista de los autores más recientes con el del escritor más longevo de la serie, es interesante reflejar la situación actual de la novela negra en el País Vasco porque tiene bastante en común con lo que he señalado anteriormente.
Hasta hace unos años la novela negra escrita por autores vascos (vaya por delante que en este artículo me refiero a los que escriben en castellano ya que, por desgracia, el euskera continúa siendo una de mis asignaturas pendientes) ha tenido una presencia bastante discreta debido en parte —como comentaba Ion Arretxe en la charla— a las circunstancias políticas que, por diferentes motivos, no motivaban a los escritores ni propiciaban demasiado el reflejar la situación social de aquel momento.
Sin embargo, el cambio social y político actual —entre otras razones- ha favorecido que la demanda del consumo de novela negra local haya crecido de manera exponencial. Por este motivo en las estanterías de las librerías y bibliotecas podemos encontrar junto a voces tan asentadas como el conocido José Javier Abasolo (Asesinos Inocentes), Willy Uribe (Sé que mi padre decía) o Fernando Aramburu, una nueva generación de autores como Eva García Sáenz de Urturi (Trilogía de la Ciudad Blanca); Mikel Santiago (El extraño verano de Tom Harvey), Juan Infante (Atrapado) o Dolores Redondo (Trilogía del Baztán) que vienen respaldados con fuerte apoyo editorial.
Sin embargo no hay que olvidar que frente a estos escritores de corte y edición tradicional —con algunas excepciones como Eva—, brotan nuevas voces que saben moverse bien entre el papel y el digital como Ibon Martín (La jaula de sal), Mercedes Garcia Sieira (Zapatos Rojos), Ricardo Alía (Trilogía del Zodiaco), Marta Extramiana (El caso de los amores proscritos), Elena Fernández (Cerezas Amargas), Aritza Bergara (Olas negras), Javier Sagastiberri (Perversidad), Antón Arriola (El Negro y la Gata), Amaia Manzisidor (Urdaibai sangriento) y Noelia Lorenzo Pino (La chica olvidada) cuyos argumentos frescos y libres de complejos cuentan con el apoyo incondicional del público.
Quizá por estas razones o porque la situación geográfica genera unos escenarios que se acomodan a ser un buen cobijo para la novela negra como defendía Noelia Lorenzo al hablar de Irún como la “Tijuana vasca” otros autores que normalmente se identifican con otros géneros literarios también han hecho sus incursiones en el género con bastante éxito. Este ha sido el caso de Mikel Alvira (La novela de Rebeca), Victor Manuel Gete (El deber contra el deseo), Alber Vázquez (Hambre a Borbotones) e incluso la ya consagradísima Toti Martínez de Lecea con su Y todos callaron.
Sean estos u otros los motivos, el relevo generacional de la novela negra vasca parece estar resuelto con muy buenos ejemplos así que solo resta elegir entre el amplio catálogo de autores y títulos para leerlos y degustarlos.
No hay excusas. Lee. Disfruta.
Texto © Izaskun Albéniz- Todos los derechos reservados
Publicación © Solo Novela Negra- Todos los derechos reservados
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