EL HOMBRE SIN ROSTRO de Claudio Cerdán por Antonio Parra
Título
El hombre sin rostro
Datos de publicación
Destino. Barcelona 2024. 432 págs.
Datos del autor
CLAUDIO CERDÁN (Yecla, 1981) es un escritor español reconocido como uno de los grandes renovadores del género negro en castellano. Entre sus libros destacan Cien años de perdón, Los señores del humo o La última palabra de Juan Elías, continuación de la exitosa serie de televisión Sé quién eres. Ha obtenido galardones como el Premio Ciudad de Santa Cruz de Novela, el Premio Novelpol o el Premio Negra y Mortal, y ha sido finalista de otros diez certámenes. También ha creado audiolibros exclusivos para Storytel y Audible y ha incursionado en el mundo del cómic con Toxic detective, publicado en España y Argentina. Varias de sus obras han vendido los derechos para ser adaptadas al cine y a la televisión. El hombre sin rostro es su nueva incursión en la novela negra.
Sinopsis de la obra
Para un padre no hay mayor dolor que perder a un hijo. Y Roberto Cusac lo sabe bien: bastaron unos segundos para que Jaime desapareciera de un parque infantil sin dejar rastro. Años más tarde, en un intento por redimir su culpa, entra a trabajar como investigador privado en una fundación de personas desaparecidas junto con Inés Herrera, su esposa, quien se encarga de la parte legal. Tienen otro hijo, que ha crecido a la sombra de un hermano al que nunca conoció, pero que continúa presente en la vida de sus padres. Y más cuando una noche, en un paraje inhóspito, reaparece un niño desaparecido. Desnutrido y con evidentes signos de tortura, el pequeño relata haber estado encerrado por un hombre sin rostro. Desde ese instante, y guiados por el temor de que Jaime haya sufrido la misma suerte, Roberto e Inés iniciarán una investigación paralela para descubrir la verdad.
Reseña
EL MAL CON MAYÚSCULAS
Claudio Cerdán no es uno de esos autores que se acomode en una zona de confort, él concibe la literatura como un constante desafío y en cada historia que nos cuenta echa el resto y salta escapando de su cotidianeidad, tal vez por eso cada una de sus novelas suele convertirse en un regalo. Cien años de perdón o Los señores del humo son algunos títulos señeros que ha dejado ya en el ámbito del género negro.
Ahora regresa con una propuesta diferente, en la que combina las técnicas de la novela negra con el misterio más adictivo y la atención a uno de los mitos más tradicionales de nuestra literatura, llámese hombre del saco, hombre que ríe, etc. Centrando la trama en Murcia, algo que el autor sentía como una deuda pendiente, la desaparición de niños es el eje fundamental de la novela, al menos hasta transcurrida una buena parte de la misma. Ahí radica otro de los méritos de esta novela, abordar un tema a que muchos autores, y quizá a más lectores, nos dé escalofríos, porque con él se corren muchos riesgos: caer en el dolor gratuito, hacer del horror el leiv motiv general de una novela, sacudir en demasía la conciencia del lector…
Son razones que deben controlarse muy bien, y el autor yeclano ha logrado dar con la tecla para equilibrar el extremo dolor que nos transmite con la emoción constante, la tensión por saber si la pareja protagonista será capaz de vencer al mal, encarnado en ese hombre alto que parece no tener rostro.
Tanto Roberto Cusac como Isabel Herrera llevan años cargando con el peso de un hijo desaparecido, y en lugar de rendirse han entregado sus vidas para trabajar en una fundación de personas desaparecidas. Cusac, expolicía (si es que, como decía Leonardo Padura, se puede dejar alguna vez de ser policía) es quien más culpa parece arrastrar, porque su caída en el alcohol sumó puntos negros a la ausencia del hijo. La pareja ha sobrevivido como ha podido, ayudada por la llegada de un segundo hijo, Leo, pero todo puede estallar ahora en mil pedazos.
Eso es lo que ocurrirá cuando Roberto consiga rescatar a tres niños desaparecidos hace años y sometidos a inimaginables torturas, puesto que el investigador le rompe los planes a ese “hombre sin cara”, encarnación pura del mal y de la aberrante experimentación con los más pequeños, con la excusa de alcanzar novedosos avances científicos.
Desde ese momento, la familia Cusac-Herrera no conocerá el descanso, y nosotros tampoco, los capítulos breves de Claudio (marca de la casa) hacen que no podamos parar de leer, ni siquiera cuando estamos inmersos en escenas en verdad teñidas de un horror sin límites. Aun así, ese ritmo, y el incremento de la venganza como nuevo eje narrativo, nos regalan una novela verdaderamente inolvidable y cuya realización está al alcance de muy pocos autores.
©Reseña: Antonio Parra Sanz, 2024.
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