CUCARACHAS DE Jo Nesbø por Francisco Alejandro Méndez
Cucarachas, investigar, descubrir y olvidar
Francisco Alejandro Méndez
Este inicio del 2022, el Covid entró en mi cuerpo, afortunadamente, logré salir adelante. Durante los días de fiebre, tos y dolor de cuerpo, leí, entre pausas de sueño y evitando los dolores de cabeza, la primera, para mí, novela policial del escritor noruego Jo Nesbø, Cucarachas.
Irónico, el título y mi padecimiento, quizá, entre tantas novelas negras que esperan que un día las escoja para saciar mi lectura, esa fue la elegida y estoy absolutamente satisfecho de haber entrado al mundo del detective Harry Hole.
¿Cucarachas frías?
La sabrosa, ansiosa, expectante y feliz lectura me llevó a viajar a la fría y nevada Noruega y a la tropical y poblada Tailandia. Una edición traducida a mi idioma materno, de la editorial Penguin Random House Grupo Editorial, España, 2000.
Como lector, la construcción y desarrollo de los detectives es de lo que más me llama la atención, entre otras, como los espacios donde ocurre la historia, el caso de investigación y todo lo que hay en el contexto de la narración.
Esta vez, conocí a Harry, un policía de poco más de treinta años, alcohólico, con una hermana con síndrome Down y un pasado que no logra resolver y que lo lleva a empinarse cuanta cerveza se le ponga de frente. Además de las respectivas “chelas”, Hole es adicto a la vitamina B12, la cual se inyecta a diestra y siniestra.
Los espacios entre Noruega y Tailandia se relacionan a partir del asesinato del embajador del nórdico país en un burdel del país asiático. Atle Molnes es el nombre del diplomático, quien fue apuñalado en la espada con un extraño cuchillo en la habitación de un burdel, mientras esperaba a una chica.
Las autoridades noruegas quieren manejar el caso de una manera discreta, ya que el fallecido tiene un pasado relacionado con el primer ministro noruego y no desean que el caso trascienda en la prensa y en general en el mundo de la diplomacia.
Por eso es que necesitan un detective, que viaje de inmediato a Bangkok para encontrar a los asesinos, el móvil del asesinato y se devuelva de inmediato a su país.
Hole anda enredado entre deliberaciones existenciales y cerveza, por eso su reacción cuando un par de policías intentan “convencerlo” para que salga del bar-restaurante Schøder, ubicado en un sector de Oslo: “Estaba solo, con la espalda recta y un abrigo tipo cabán, como si estuviera dispuesto a marcharse en cualquier momento. Como si la cerveza que tenía delante no fuera algo de lo que disfrutaba, sino un trabajo que había que hacer”.
El jefe de policía convence a Harry que emprenda el viaje y resuelva de inmediato el caso del funcionario asesinado. Finalmente y tras negociar, Hole viaja del hielo nórdico hacia el trópico asiático, donde se encuentra con un singular equipo policial tailandés y un país en el que muchos noruegos tienen injerencia en diferentes aspectos, entre ellos, la construcción de carreteras, espionaje, pedofilia, prostitución entre otros.
Además, se enfrenta a un Bangkok que puede tragarte en una esquina, te hipnotiza con su cultura o te derrite en una carretera atascada de autos, tal como Nesbø lo describe: “…motos y motocicletas revolotearon a su alrededor como insectos furiosos que se lanzaban sobre los cruces con total desprecio por la muerte”.
Definitivamente la capital tailandesa es uno de los personajes principales como ocurre generalmente en las novelas policiales. Recordemos la contundente frase del genial escritor islandés, Arnaldur Indridason, quien asegura que antes de conocer una ciudad hay que leer novelas policiales ubicadas en ese espacio.
Descubrir y callar
Más adelante Harry Hole se encuentra con la subinspectora Liz Crumley, con cincuenta por cierto de sangre texana y la otra mitad, vietnamita y su singular equipo de trabajo. Entre todos se sumergen a un mundo, en el que poco a poco se darán cuenta que será muy difícil “silenciar” lo que gira alrededor del asesinato del diplomático. De este llegamos a conocer a su Runa, hija del difunto, una entusiasta clavadista con una prótesis en lugar de brazo, a su alcohólica esposa, al amante y personal de la embajada. Cada uno de ellos cumplen un rol importante dentro de la trama, y a lo largo vamos descartando o confirmando su participación o no en el homicidio.
Hole, como un buen detective, posee un olfato y percepción impresionante, producto, claro de su intuición y profunda observación. Aunque los malhechores sean sumamente escurridizos y sean lobos con piel de oveja, no es fácil engañarlo. Es interesante cómo a través de la peculiar investigación, en la que quieren “descubrir” para “callar”, vemos a Harry con ganas de despojarse del alcoholismo que lo acompaña y brindar entre gaseosas y agua pura.
El detective noruego no solamente se sumerge en los barrios, carreteras y muelles de Tailandia, sino en una red que está tejida con elementos de la diplomacia y por lo tanto de la política, elementos religiosos que salpican la historia para darle un toque de pimienta y sal, junto a las finanzas y la bolsa, las crisis familiares y por supuesto, las personales.
Por eso es muy interesante que además de lo policial, la novela aborda la comodidad que sienten ciudadanos noruegos en un país en el que se pueden comprar favores; la pedofilia y la prostitución, que no solamente causa estragos en la vida personal, si no que destruye los cimientos de una sociedad.
Algunos personajes retratados por el narrador poseen elementos acromegálicos. Sentí un sabor a Hammett y a Chandler en las descripciones, como la de un matón tailandés, que se enfrenta a Harry en varias ocasiones:
“Su cabeza parecía una bola de billar descolorida y el cuerpo no disponía de cuello ni de hombros, solo de una nuca abultada que nacía junto a las orejas y descendía en diagonal hasta llegar a unos brazos tan gruesos que parecían haber sido metidos a rosca”.
Las descripciones de los espacios donde Hole vehiculiza están muy bien logradas a través de una narrativa sin tanto adorno. Como todo buena novela policial, los detalles producto de la observación son fundamentales. También, a través de las páginas se van percibiendo los olores de los bares, el humo negro en las carreteras, el calor abrasivo de las ciudades, el ronroneo de los vehículos causa ansiedad y, las antenas de las cucarachas apostadas en las gritas de las paredes, por supuesto, también.
Como en las novelas policiales contemporáneas, el protagonista no es un lobo solitario del que no se conozca su vida privada, de Harry Hole nos enteramos de sus fobias y sus filias, sus relaciones infructuosas amorosas y algunos cabos suelto que hacen referencias a otras novelas en las que realiza sus investigaciones.
Sin lugar a dudas, Nesbø es otro de los maestros del género negro nórdico, que por cierto ya está iluminado por autores extraordinarios.
Como lector de novela negra quedo definitivamente complacido, dispuesto a buscar otras novelas de este noruego y acompañar a Hole con una cerveza y en sus distintos casos.
©Reseña: Francisco Alejandro Méndez, 2022.
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